Pero, ¿acaso no habla el arroyo..?
¿No explosiona el coro alegre de los pájaros cada mañana?
¿No arrulla el rumor de las ramas mecidas por la brisa?
Y e beso de la esposa al amanecer y al llegar la noche...
La risa de los niños...
E incluso también sus lloros ... y los de todos...
El universo todo es una divina y amorosa sinfonía que despierta, inspira y vivifica.
Quizás parecemos sordos por el olvido del universal idioma de Dios.
Y por el continuo y ruidoso bombardeo de sonidos vacíos.
Por eso, más que dolerse, conviene retirarse al interior santuario de la paz para la cura eficaz de la escucha.