Si en la
oración incesante que ha de ser nuestra existencia, se desliza la consciencia de DOS, (Dios
y yo), eso coloca extramuros del Ser, en la inexistente Nada.
Donde a la larga o a la corta, incluso se sentirá
absurdo y sin sentido esa oración infecunda.
En el orar auténtico se evidencia
que sólo hay Uno siendo, viviendo, sintiendo, amando, y no dos.
Por eso no hay que
pedir o desear ser querido o ser perfecto...
Sino ser consciente que sólo es el
Amor perfecto dándose cuenta que es.
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