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jueves, 2 de noviembre de 2017

LA IMAGEN Y SU PATRIMONIO.

La imagen nada es en sí misma. 
Porque separada de lo que manifiesta no existe.
La imagen nunca puede ser un "yo".
Si lo fuera o tuviera algo, eso mismo la descalificaría como imagen.
Y "eso" la haría opaca, eclipsando a Aquel que pretendiera mostrarse.
No se puede doler ni extrañar de no poseer algo como propio.
Su esencial sustancia y actividad es estar fija -sólo atenta- a lo representado.
La ausencia de imagen invisibilizaría al Ser.
Porque ella es el único testigo de Su eterna e infinita Presencia.
Su imagen nunca puede ser la de Otro.
Y no tiene otro soporte que la inquebrantable unidad.
Nada puede separar al Ser de la imagen.
No es sin el Ser. 
Ya que es Su idea. Es decir, Su perfecta visión de Sí mismo.
Y aunque, repito, en sí misma nada es, al reflejar es todo aquello con lo que se relaciona.
Ese es su patrimonio y su armoniosa realidad.

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