Estoy despierto cuando reconozco que solo soy sustancia divina.
Y que así lo son todos y el verdadero universo.
Eso es lo natural.
Percibir lo contrario es un colaborar inútil para nada más que temporal sueño de limitados placeres o pesadilla de enfermedad, pecado o muerte.
Y todavía mucho mejor será reconocer que como el guardián de Israel nunca duermo ni reposo ( ver Salmo 120:4)
Permanezco eternamente consciente de la Verdad nunca por esfuerzo ajeno al divino. Ya que como me recordaba hoy una amiga "De Dios es tanto el querer como el hacer" (Filipenses 2:13)
Y quien sueña es la soñadora mente mortal.
La misma que pretende convencerme de la existencia de un yo que tiene que esforzarse por ser perfecto, merecer y despertar.
Pero en la Verdad no hay más noche (Apocalipsis 22:5) ni terrores nocturnos (Salmo 91:5).
Sólo el día que hizo el Señor para nuestro gozo y alegría (Salmo 118:24).
miércoles, 21 de febrero de 2018
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