Qué alegría reconocer "al despertar" que uno mismo, todos, y el universo entero es el Bien infinito (el Padre-Madre) manifestándose.
Y que el único quehacer es corregir nuestra percepción si experimentamos algo diferente que siempre será falso.
Siempre es Dios quien se nos acerca.
Sea cual sea el disfraz.
Y Él mismo es nuestra verdadera, perenne e inmutable identidad.
Por eso, siempre que tengamos los ojos limpios nos podremos regocijar en la eterna y alegre realidad.
viernes, 30 de marzo de 2018
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