LA AUTÉNTICA CONVICCIÓN

Sólo desde el ser consciente del hombre verdadero, el Cristo, podemos sentir la Verdad, que es Dios mismo. 
(Pablo nunca se refiere a Jesús, como el santo rabino que llegó de Nazaret, sino a su individualidad espiritual, la verdadera y siempre divina. La que comparte con todo hombre real)  
Mientras consideramos la existencia de seres imperfectos, caricaturas del Cristo, siempre nos sentiremos separados del Uno, por mucho bien que nos esforcemos en hacer. 
Y por tanto, creeremos estar, en tensa zozobra, amenazados desde cualquier flanco del camino. 
En la confusa bruma de este sueño, la pregunta "¿Quién soy realmente?" con su respuesta "La imagen perfecta de Dios y siempre", desvela con Su luz el ámbito de la eterna y armoniosa unión donde siempre estamos.
Eso es orar. 
Ésta es la auténtica convicción.
No es tratar de convencer a Dios de que soy inocente y perfecto, sano y santo sino dejar que Él me convenza de la perfecto que es todo y que constituye la Verdad desde toda la eternidad.