Hoy es el regalo de una jornada más. Y para
practicar.
Pero, ¿cómo?
Se trata no de sanar, sino ver quien
soy, donde estoy y entre quienes.
Es distanciarme del ilusorio escenario
que erróneamente confundo con la realidad.
Porque la confusión sólo pertenece a la
mente mortal. Igual que el caos.
Ya que todas las ideas que existen, las de
Dios, son inocentes, puras y perfectas.
Ahora mismo.
No hay tiempo de convalecencia o
consolidación de lo verdadero.
No hay que limpiarlas o mejorarlas. El
error siempre está en la percepción.
Y en ningún otro lugar a excepción de la
Nada.
Así que lo que interesa ver es lo real.
Y no la mentira, aunque sea para
corregirla, acto seguido.
Apartemos pues, la atención de ella.
Y busquemos lo bello y lo bueno y nos
encontraremos disfrutando de lo verdadero.
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