La humanidad siempre se esforzó en explorar más allá de uno mismo.
Buscando respuestas a lo universal y a lo particular.
Con artes "mágicas" y desde perspectivas científicas.
Y continúa en ese empeño.
Comprobando que el horizonte se escapa a cada paso dado.
Cuando "El Reino de los Cielos dentro de vosotros está". (Lucas 17:21).
Parece una broma.
El Bien ansiado está en lo más íntimo de cada uno.
Por mucho que se investigue fuera.
No es un añadido.
Porque constituye nuestro ser.
No se precisa ser un intelectual para descubrirlo
Ni la ayuda de una buena memoria.
Lo que somos no hay que recordarlo.
Simplemente silencio. Que es volverle la espalda a la alborotada y caótica nada en la que intentamos movernos sin armonía.
¡Tremenda locura! La pretensión de ser equilibrista del vacío.
Así resulta la existencia mortal.
Porque el Todo nunca está fuera.
La comprensión, "curación", provisión, paz, libertad, compañía, acuerdo... no se encuentra en un extraño poder o en los otros, sino en lo íntimo de mí mismo.
Está dentro y lo encontramos en el pacífico reposo de la confianza radical.
En el abrigo del Todopoderoso que es nuestro interior.
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