Sólo el "yo", que es ilusión a abandonar en nuestras relaciones y consideraciones, puede "ser secuestrado".
Nadie "real" puede ser privado de su libertad ya sea de modo físico o por cualquier clase de adicción.
Lo que realmente somos nunca puede ser arrancado del corazón de Dios.
Para despertar de ese horrible sueño me resulta lógico y eficaz el reconocer mi propia identidad y la de cada individuo.
Porque nunca hay un "yo" -dotado de muchas virtudes o vicios-, sino sólo aquél que es la imagen siempre intacta y perfecta de Dios.
Ante los incontables "secuestros" de todo tipo que se producen a diario en el escenario de la "mente mortal", invito, si esto aporta claridad y paz, a mantenerse sólo en la consciencia de la Unidad eterna e indefectible, la esencia y consecuencia del Amor.
lunes, 4 de junio de 2018
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