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miércoles, 23 de noviembre de 2016

¡Aceptemos solo la Verdad!


¡Aceptemos solo la Verdad!




A diario compruebo que la existencia experimentada tan sólo es la manifestación del corriente estado de conciencia.


Hace meses me telefoneó una amiga.

-"Desde mi traumático divorcio hace veinte años no he visto a mis hijos. Ya son adultos, pero mi ex-marido, los ha separado de mí. No quieren verme. No aceptan mi invitación para reunirnos. Ni siquiera responden a mis llamadas o cartas. Desde hace cinco años, oro sin cesar pero también sin resultados. No hay cambios. No sé qué impide el bien en mi caso.
-¿Y como haces?
-Deseo que cambie mi situación actual de desamor. Me siento sola, no querida, soportando una culpa inmerecida. Estoy inmersa en una tristeza asfixiante. ¡Quiero que esto cambie! Busco una solución."
El impedimento se me resaltó con claridad.

Recordé: "Es charlatanería mental hacer de la enfermedad una realidad —considerarla como algo que se ve y se siente— y luego tratar de curarla por medio de la Mente."(1) En mi pensamiento cambié "enfermedad" por "todo lo desemejante a Dios, el Bien infinito".

-"Sólo experimentas lo que consideras qué es real. ¿Cuál crees que es tu realidad?
-La que te acabo de describir: Soledad, culpabilidad, insoportable separación, desamor. ¿Te parece poco?
-Ese es el principal error. Creer que es eso lo que te está sucediendo."

Y la cita recordada concluía: "La práctica mental que considera que la enfermedad es una realidad, fija la enfermedad en el paciente, y es posible que aparezca en forma más alarmante."(2)
-"Tú misma estás prolongando tu sufrimiento. Porque ahora y siempre estás en el infinito Amor. De nada estás separada ni nadie te margina. Dios que es la Realidad sólo conoce lo 'uno'. Incluso ignora que cosa sea la separación. Y eres inocente desde toda la eternidad, porque así lo declaró la Mente divina al verlo todo bueno. Si consigues amueblar con esto tu conciencia, estoy seguro que tu próxima llamada será muy distinta."


Y el lector ya habrá adivinado por qué hoy comparto este relato.

Hace tres días que mi amiga telefoneó de nuevo. ¿Su intención? Contarme agradecida la alegre comida que había compartido con sus hijos.

Nada había tenido que cambiar, sólo aceptar nada más que la verdad.

(1) Ciencia y Salud 395:23-25. (2) Ciencia y Salud 395: 29-32


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