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miércoles, 31 de mayo de 2017

RECIBIENDO EL NUEVO DÍA

Recibamos el nuevo día con amplio e ilusionado alborozo.
Porque se trata de una nueva oportunidad para experimentar la Vida.
Para descubrir y sumar nuevas pruebas del Amor.
¡Qué gozosa paz da el reconocer que la realidad es el cielo!
Y que todo lo que preocupa no tiene existencia ni fundamento.
¡Cuánta alegría!
No se trata de luchar contra fantasmas, sino disfrutar de la luz de la Verdad absoluta. Siempre disponible para disolver todo lo falso al momento.

ESE NO SOY YO


Ese que se siente culpable, enfermo, limitado, rodeado de males, no soy “yo”.
Por mucho que el “okupa” que habita mi conciencia, argumente que esa es mi auténtica identidad.
Y confieso que lo consiguió durante mucho tiempo (Sólo  puede vencer en ese falso recorte de la eternidad, en que creemos se desenvuelve nuestra vida).
La mentira de tanto repetirse reclama ser verdad. Y muchos cediendo a sus pretensiones padecemos una especie de esquizofrenia espiritual. “No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.(Romanos 7: 19)
Pero, ¡hasta aquí hemos llegado!
Me rebelo y grito: ¡Ese no soy yo!
El movimiento okupa atenta los terrenos o edificios que permanecen vacíos. Son como los cangrejos ermitaños. Nunca entran en un caparazón habitado.
Y eso me recuerda el relato que se encuentra en Mateo y en Lucas (Mt 12:43-45 y Lc 11:24-26). La parábola del espíritu inmundo que regresa a su casa, propiedad del hombre.
Pero éste no aprovechó su ausencia para establecer allí la conciencia del Espíritu. Así que el tentador se asienta de nuevo invitando a siete compañeros más.
Por tanto, no basta con denunciar: ¡Ese no soy yo! Tengo que empaparme de la divina Presencia que como potente escudo impide los allanamientos perpetrados por el error.
Menos mal que todo es un mal sueño que se evapora con volvernos a sólo Dios, el único realmente existente.
Porque no hay otro. Yo mismo sólo existo en cuanto su imagen, y no como revestido con la personalidad del loco y falso "okupa" “que no soy yo”.                                
 Únicamente aprendiendo acerca de Dios, descubriré quien soy



martes, 30 de mayo de 2017

LA MEJOR DEFENSA: ELIMINAR LA IGNORANCIA

La base en la que se apoya el error, causa de todo sufrimiento y desarmonía, es la ignorancia de Dios y de nuestra propia identidad.
El conocimiento adecuado sería la mejor defensa.
Como se puede concluir del siguiente ejemplo.
Si al recoger en una tintorería nuestro gabán nos dieran uno tan diminuto que apenas abrigara a un Yorkshire mini, seguro que no dudaríamos en protestar.
Ninguna dificultad habría que afrontar para rechazar algo tan extremadamente limitado para ser nuestro.No tendríamos que razonar mucho ni apaciguar ninguna duda.
¿Y en que reside esa facilidad para reconocer de forma tan radical la equivocación?
Sólo en el conocimiento que tenemos de las dimensiones de este símbolo de lo que somos que es el cuerpo físico.
Por eso, para movernos libres de engaños molestos e incluso insoportables, sólo hemos de ahondar en lo que es Dios y en lo que somos como su inmutable manifestación.

Ese estudio serio y constante, cumplimentado con la aceptación práctica y puntual de lo aprendido es lo que asegura el movernos sanos y salvos en cualquier situación.

REGRESANDO CON EL HIJO PRÓDIGO



Esta historia me resulta inagotable en prácticas reflexiones. Su lectura siempre me aporta luz reconfortante e inspiradora. Esta semana trajo a mi memoria la frase que se cita en Ciencia y Salud: “la necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios” (266:16-17)
Observo de nuevo al joven buscador de felicidad lejos de la casa paterna. Los sinsabores han acabado por rodearle: ruina, humillación, hambre... Un infortunio le lleva al siguiente en ininterrumpida secuencia trágica. Ha tocado fondo. Muchos quedan ahí en el sueño de una infelicidad mortal. Pero él no. El joven regresa, se salva. Regresar es la solución.
¿Y cómo se inicia este camino de vuelta? Dice el evangelio de Lucas que "volviendo en sí". Y eso le lleva a comparar el resultado de su aventura con la situación de los que han permanecido en la casa paterna. No se autoengaña. Ellos están mejor que él. Y entonces enhebra un discurso balbuciente donde lo único valioso por verdadero es la intención de regresar. Habla todavía un idioma que el Padre desconoce. De diversas formas sigue conjugando "pecado" (he pecado contra el cielo y contra Ti), "indignidad" (no soy digno de ser hijo), "castigo" ("trátame como al último de tus jornaleros")... Pero se ha vuelto en la dirección correcta. Donde se encuentra la luz. Y conforme se acerque desaparecerán las tinieblas.
Pero el paso final no tiene que darlo. Ya está dado de siempre. Es el Padre el que nos introduce en la Armonía de la Conciencia divina, donde sólo hay hijos y fiesta.
Volvamos al punto de inflexión. La versión de RV dice "volviendo en sí" y la Biblia de Jerusalén dirá "entrando dentro de sí". Las dos traducciones hablan de una toma de conciencia. El verbo griego que traducen tiene significados a cual más sugerente: fluir, volar, nacer, llegar a ser, volver a casa, conversar con alguien, trabar una lucha, llegar a más y crecer. Tomar conciencia es "volar" en cuanto elevarse. Es "fluir": no hace falta que empujemos al río, el fluye solo. Os invito a continuar sustituyendo la traducción clásica  por las que he recogido de la traducción griega.
Las desgracias por sí solas no hacen que cambiemos el rumbo si no hay un "entrar dentro de sí mismo" que sería la traducción más literal del versículo 17 de Lucas. Es decir, aislarse del mundo, de su bla-bla-bla hipnotizante que promete placeres y aterroriza con desgracias. Ese "entrar dentro de sí" recuerda uno de los preámbulos  para  orar, es decir, para escuchar a Dios. sugeridos por  Jesús en el primer evangelio: ""Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto" (Mateo 6:6).
Este es el punto de partida de todo nuevo nacimiento: darle la espalda al run-run de la mente mortal. Eso es lo que abre el grifo de la comunicación divina. De inmediato el agua fluye todavía oscura al principio , pero más clara cada vez más. Siempre estuvimos conectados con Dios. Nunca estuvimos separados. Sólo que no éramos conscientes.
Y aunque la claridad no se perciba en su totalidad, como cuando se sale a la luz después de años en tinieblas, permanezcamos serenos. La madrugada siempre es camino hacia el mediodía. Lo importante ya lo hemos hecho: reconocer lo que el sueño puede dar de sí, y desear estar en la Casa del Padre. Ya no se trata de apoyarnos en nosotros, en nuestras elucubraciones o en lo que podemos caminar. El éxito se basa en el abrazo eterno del Padre. El siempre nos está viendo amorosamente, y eso es lo que importa: su visión perfecta.

Al escuchar su voz cesarán nuestros discursos y seremos conscientes de la fiesta. Sólo nos sentiremos hijos y consideraremos  a todos como hermanos.

lunes, 29 de mayo de 2017

LEYENDO AL AMANECER

Los versículos siguientes detienen hoy mi lectura matutina:
"Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud. (Salmos 143:8)
Y de inmediato traduzco el lenguaje bíblico para intentar su aplicación.
¿Cómo oír desde el inicio del día las fortalecedoras declaraciones del Amor?
¿Cómo ser guiado recta y provechosamente en la jornada presente?
El fiarnos de Dios posibilita la escucha de sus pensamientos que como define un título marginal de Ciencia y Salud son en sí mismos "realidades espirituales".
Pensar sólo los pensamientos de Dios es lo que coloca en el único escenario real.
Y esa espiritualización de la conciencia es la que nos abre el auténtico camino.
Considerar que Dios es el único poder y por tanto nuestra verdadera fuerza es lo que nos descubre su benéfica voluntad.

EL VALOR DEL 10.


O los regateos de Abrahán. 
En el capítulo 18 del Génesis queda registrado un diálogo muy singular. Es como si estuviéramos en el Zoco de una medina oriental, testigos de una transacción comercial. Sólo que los protagonistas son Dios y Abrahán.
En el versículo 24 se parte de 50 justos para salvar a la ciudad de la perversión. Y de cinco en cinco se va bajando el precio, hasta llegar a sólo 10. Aquí se interrumpe el trato. ¿No había ni diez justos en Sodoma?
Parece un final triste. Pero para mí encierra una enorme y esperanzadora noticia. En el mundo de las cifras astronómicas, el pequeño número tiene un inmenso valor. Sólo 10 justos pueden salvar a una multitud.
Es un adelanto de la parábola de la levadura que fermentando eleva a la masa. Algo muy pequeño que transforma un todo elevándolo, aumentándolo, haciéndolo incluso capaz de leudar otras masas.
A la levadura, como a los 10 justos, no se le puede considerar por su tamaño, sino por la capacidad de transformar, de salvar aquello donde esté inmerso. Lo mismo se puede decir de la humilde candela que ilumina un oscuro entorno.
Pienso en esos estudiantes de Ciencia Cristiana que pueden parecer perdidos en medio de grandes urbes. ¡Qué potencial de salvación! ¡Cuánta elevación y luz puede venir a través de ellos!
No hay que amedrentarse ante el reto ni encogerse ante el peso de la responsabilidad. Sólo hace falta ser consciente del Reino que se lleva dentro. Y estar inmersos, amasados, mezclados, en medio de la oscuridad.
Ser consciente de la Realidad en medio de todo y no al margen.
Antes, dos o tres veces por semana hacía pan para la casa. Usaba una levadura seca. Como es obvio rompo el sobre para que el polvo al mezclarse con la masa la doble o triplique. Cerrado, siempre será imposible.
No se puede permanecer en el Cenáculo en espera de ser más de diez. Hay que abrir o estar abiertos. Y salir a los caminos. Porque todos estamos invitados a la fiesta.

domingo, 28 de mayo de 2017

¿CÓMO DESPERTAR?

Soñar y despertar son verbos muy utilizados en el lenguaje espiritual y metafísico.
El primero tiene que ver con este claroscuro existir de ensoñaciones neutras o placenteras y pesadillas insoportables.
El segundo no es efecto de algo externo.
Sino que hace referencia al goce pleno de la vida. 
Siempre en claridad luminosa y sin nada que la sombree. 
Y entonces la pregunta se alza rápida.
¿Cómo despertar?
Y esta cuestión me ha llevado esta madrugada a investigar etimologías. 
Tarea que me ha resultado sumamente práctico. 
Despierto procede de "expertus", término perteneciente al latín vulgar.
Por lo que la deducción se presenta fácil.
Despertar nada tiene que ver con saberes teóricos.
Ni de acopio de citas apropiadas para cada situación.
Un estudio sin aplicar lo conocido no saca del sueño.
Despierto sólo será el que practica, el que experimenta. 
Aunque quizás no sepa definir el Amor. 
Pero sí lo ha experimentado.
Y así, despertar del todo es también la consecuencia de ir sumando experiencias. 

DIOS, POR DIOS MISMO...


En cierta ocasión acudí a escuchar la conferencia de una amiga.
Alguien la presentó al comienzo. Fue una ordenada lectura de títulos académicos, la exposición de su vasta experiencia en diversos campos y muy en especial en el de la espiritualidad.
Durante esa minuciosa introducción que llevó largos minutos, mi amiga descubrió entre el público a un grupito de personas, conocidas suyas, que no hablaban nuestro idioma. Entonces decidió, después de anunciarlo a los asistentes, intercalar cada cierto tiempo, un resumen en inglés de lo que fuera diciendo.
Y comenzó con su presentación. “Me llamo Christiane. Tengo tres hijos, cinco nietos y uno más que viene de camino”. ¡Esa era ella! Por encima de todo aquel extenso curriculum vitae tan bien recitado. En 10 segundos la conferenciante se había “introducido” en el auditorio. Todo lo otro era verdad, pero no su cálida identidad.
Muchas veces, como conferenciante o articulista, he pretendido hacer una semblanza de Dios. Es decir, “hacerle presente”. Pero hoy pienso que quizás he sido como esos presentadores que se atreven a hablar de quien sólo conocen superficialmente o apenas acaban de saludar.
De ahí que me he prometido sustituir algunas de mis próximas reflexiones semanales acerca de la Verdad por algo más genuino. Dejar que sea Dios mismo el que se presente. Al menos lo intentaré "lo más posible".
Entresacaré de la Biblia y de otros escritos inspirados, como los de la Mary Baker Eddy, lo que Dios dice acerca de sí mismo, de su acción, pensamiento, deseos…
Que sea Dios el que nos hable como lo está haciendo siempre.
Y quizás Él diría:
Permitid que me presente.
Yo soy  el creador total: Padre-Madre de los artistas, inventores, músicos, poetas… Cf. Génesis 1:1
Me muevo allá donde parece que todo es tiniebla y caos. Cf. Génesis 1:2
Donde hay oscuridad ilumino. Cf. Génesis 1:3
Discierno, y me quedo siempre con lo bueno.  Cf. Génesis 1:4
Sólo veo bondad en mi infinito universo. Cf. Génesis 1:10-31.
El efecto de mi actividad es la Vida, sin término ni límite. Cf. Génesis 1:12, 20, 21, 24.
Quien quiera verme sólo tiene que contemplar con claridad al hombre que yo he hecho. Génesis 1:27 y 31; Juan 14:9.
Me complazco en la abundancia y la armonía. Cf. Génesis 1:28.
Cuido que cada criatura tenga su alimento apropiado. Cf. Génesis 1:29 y 30. Lucas 12:22-31
Ahora mi actividad se manifiesta en el descanso. Es fluida, no encuentra obstáculo. Cf. Génesis 2:1
Porque no amo la soledad he puesto los medios para que el hombre no sea un solitario. Cf. Génesis 2:18.
Estar en el bien es estar en mí. Mi reino sólo admite lo bueno. La mezcla de los opuestos está fuera de mi reino. No coexisto con el más mínimo mal. Porque éste y el Bien no se pueden unir. La confusión es muerte  Cf. Génesis 2, 16 y 17; Mateo 6:24; Apocalipsis 3:16
Y así seguir escuchando a Él y no a las presentaciones de los que quizás nunca lo experimentaron.

sábado, 27 de mayo de 2017

LA VIDA NO ES UN SUEÑO

La vida no es sueño.
Aunque lo pontificara el clásico.
Porque lo que experimentamos no es Vida.
Sino un movernos entre apariencias. 
Apoyados en caricaturas de "verdad" que captan los sentidos físicos.
Escribiendo una historia hipnótica que asumimos resignados como la única real.
Y donde se  permanece impotente ante los muchos poderes.
Como los árabes de antaño que lloraban su miseria sobre la árida superficie de sus desiertos.
Mientras ignoraban el tesoro petrolífero oculto bajo sus arenales.
Porque tras lo que se ve, huele, oye o se puede tocar siempre hay un universo inexplorado.
Pero para despertar no basta con llamar "creencias" a la incomodidad del momento.
Y seguir situados en esa superficial dimensión. 
Hay que hacer como Jesús. El testigo de la Verdad que ""traspasaba la superficie material de las cosas y encontraba la causa espiritual" (Ciencia y Salud 333:25-27).
Porque sólo es sueño el hipnótico caminar sobre la materia.
La Vida es otra cosa.

NADA ES DIFÍCIL


Nada bueno es difícil. Esa palabra se asemeja a "imposible". Y todo lo bueno es posible. Porque para Dios, el único auténtico protagonista de todo, no hay barreras que impidan su benéfica acción.
El término "fácil" significa factible, algo que se puede hacer. Y siendo Dios el único creador, sólo hace lo que es bueno. El Bien es todo, luego todo es fácil.
Sólo es difícil el mal, o la forma equivocada de intentar el bien.
Dios hace todo con facilidad. Así las cosas son como han sido hechas: fáciles.
Pero eso no concuerda con la experiencia de muchos. El sudor, el fracaso, el abandono de la empresa, el sufrimiento... se convierten en la compañía de muchos intentos. Recuerda la maldición bíblica "Con el sudor de tu rostro comerás el pan ..."(GÉNESIS 3, 19). Pero nunca hubo tal sentencia. La creación divina no puede ser condenada. Siempre es buena. La visión de Dios no tiene fecha de caducidad. Vio todo bueno (fácil) "siempre", porque no hay ayer ni mañana, sino un eterno hoy. En este instante todo es bueno y natural.
¿Qué sucede? Que nada existente o que pueda ser, es difícil. Sólo es INHABITUAL. Es decir, algo a lo que no estamos acostumbrados en la actualidad del tiempo. "No estamos acostumbrados a lo real, a lo bueno, a lo armonioso, a lo natural, a lo fácil", a lo que en definitiva ES.
Hay que familiarizarse con el universo divino, con la Realidad, con lo que en Verdad es. No vivir en un mundo "fantasmal". Regresar una y otra vez a la vivencia de la Armonía, a la conciencia del Bien que nos envuelve, "donde nos movemos, vivimos y tenemos nuestro ser" (HECHOS, 17,28).
Se abandona la espiritualización del pensamiento por difícil y agotador. Transitar por los caminos del Señor se nos hace "cuesta arriba", por encima de nuestras posibilidades. Y eso no es así.
Hay que desterrar la palabra difícil, impedir que califique algo que es bueno, que es real. Sólo es di-fícil (no factible) el mal. Porque nadie puede hacer lo contrario a Dios.
Todo es fácil, aunque en el tiempo quizás sea inhabitual. Con erróneas creencias hemos establecido barreras que pretenden hacer difícil el bien. Se ha convertido lo bueno en algo no "factible", en imposible.
Pondré un ejemplo. Hay quienes en algún momento sienten la llamada a actuar como "practicistas". Pero lo consideran como algo muy difícil y acallan la invitación que les hace la Vida. ¿Por qué?
Creen que ser practicista es "trabajar para Dios". Interpretan así las palabras de Jesús "Tengo que ocuparme de los negocios de mi Padre" (LUCAS, 2:49). Y lo ven difícil.
Puede que en algún momento vuelvan a acariciar ese proyecto de existencia, al pensar que no se trata de hacerlo en solitario, sino que sólo es "trabajar con Dios". Pero aún así, casi nunca se sienten preparados para "hacer su parte". El peso de una enorme responsabilidad paralizan sus pasos.
Sin embargo todo es mucho más sencillo. En la Realidad no somos "autores", sólo "imágenes" del único Autor. No se trata de "trabajar para Dios", ni siquiera "trabajar con Dios". Es simplemente "MIRAR COMO DIOS TRABAJA", reflejar Su acción.
Y así con todo.
Tenemos que habituarnos a mirar en la dirección correcta. Y todo lo bueno será fácil, porque todo el Bien es lo único posible.
Nada es difícil, sino sólo inhabitual.

viernes, 26 de mayo de 2017

LA PREGUNTA RECURRENTE

¿Cuál es la voluntad de Dios acerca de mí?
Es una pregunta recurrente.
Y la respuesta que me despierta es siempre la misma.
Que me dé cuenta de una vez por todas que el Amor me ama sin condiciones, infinita y eternamente”.
Que eso no lo cambia nada ni nadie” (y aquí incluyo bien subrayado al “yo” que pretende robar mi identidad).
En esa novela que el sueño escribe en el aire, disfrazado con las señas de mi verdadera identidad. él es el mayor enemigo, 
Por lo que debo ser consciente de lo que no puedo impedir en ningún instante: ser amado.

Y por lo siguiente no hay que preocuparse. Cuando la vasija se llena comienza a rebozar. Mi amar no es ni un deseo o un propósito. Ni un esfuerzo.
Es solo la lógica y obligada consecuencia.

HABLARÁN LENGUAS NUEVAS


El relato del evangelista Marcos pone en boca de Jesús, el  anuncio de las señales que acompañarán a los que aceptan la Verdad o Cristo.
Son éstas: “echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”. (Marcos 16:17-18)
No se puede afirmar que las diversas instituciones que pretenden apropiarse el mensaje del Maestro la hayan tomado alguna vez muy en serio. Pero entre todas hay una que me parece particularmente marginada. Se trata del “hablar nuevas lenguas”. Confieso que siempre me ha intrigado su significado. Las explicaciones dadas nunca me dejaron completamente satisfecho.
El pasaje de Pentecostés narra como los apóstoles al sentirse gobernados por el Espíritu, se liberan del temor y hacen su proclama a un auditorio multilingüe que le llegan a entender en su propio idioma. Pero no creo que la señal de auténtica fe que es el “hablar nuevas lenguas” se refiera a ese fenómeno de “traducción simultánea”.
Tampoco se trata del don de glosolalia (algo así como la emisión de sonidos ininteligibles en estado de trance o éxtasis) al que se refiere Pablo en la primera carta a Corinto, y no expresando un gran aprecio o valoración del mismo.
Cuando me encuentro con la Ciencia Cristiana descubro simultáneamente el valor y la utilidad de hablar una “nueva lengua”, y comienzo a entender de que se trata.
Para que sanen los enfermos, se sea inmune a serpientes y venenos y se puedan expulsar los espíritus del mal es necesario conocer  y pensar en esa nueva lengua.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, “Ciencia y Salud con clave de las Escrituras” Mary Baker Eddy escribirá bajo el epígrafe [El lenguaje es inadecuado]: “La dificultad principal para transmitir con exactitud las enseñanzas de la Ciencia divina al pensamiento humano consiste en que, como todos los demás idiomas, el inglés es insuficiente para la expresión de conceptos y proposiciones espirituales, porque uno se ve obligado a usar términos materiales cuando tiene que ver con ideas espirituales. La elucidación de la Ciencia Cristiana se funda en su sentido espiritual, y sus discípulos tienen que obtener ese sentido para comprender el significado de esa Ciencia. De ese estado de cosas surgió la profecía acerca de los apóstoles cristianos: Hablarán nuevas lenguas" (Ciencia y Salud 349:13-24)
Pero para hablar ese idioma nuevo hay que aprenderlo. Hay que llegar a pensar en esa lengua espiritual. Parece difícil. Se necesita constancia. Ejercitarse a diario, más que un atracón una vez y después días y días en blanco.
Para los niños es más asequible. Por eso hay que hacerse como niños. Así se puede entrar en el Reino de los Cielos, en la Realidad donde el Amor gobierna siempre.
Un idioma se aprende escuchando y sólo después se habla sin frenar el intento porque al principio sólo se balbucee.
Hay que hacer silencio para escuchar. Y empezar a llamar a las cosas por su nuevo nombre, a todo lo cotidiano.

Lo mejor es vivir en el lugar en que esa lengua nueva sea el idioma oficial. Para adquirir el lenguaje del Espíritu no es aconsejable permanecer  donde  abundan los “material-hablantes”. 

jueves, 25 de mayo de 2017

SER AUTÉNTICO

Me experimento “amo”, dueño de mí mismo, cuando amo de verdad.
Es decir, dándome al Uno a través de las expresiones varias del Nosotros.
Cuando les entrego mi atención y mi tiempo.
Y procuro el bienestar del otro.
Y así soy vehículo del Amor eterno, el verdadero patrimonio del ser.
Pero también me descubro más auténtico cuando acepto las innumeras muestras de afecto.
Las que la insensibilidad espiritual ignora o confunde con afectillos interesados.
Y que cuando las trasciendo reconozco que son siempre el mismo el Amor que todo lo llena.
Y por consiguiente me siento a mi vez, infinitamente amado.
Y cuando digo “más auténtico” me apropio de su significado que en griego es: más “mi mismo”.
Y apoyado en esa precisa y preciosa etimología, puedo añadir que al ser “auténtico”, por amar, me descubro más fiel al Original.
No falsificado, y sí dotado de poder absoluto.
Porque cuando amamos somos más el Uno.

LIBRES DEL TIEMPO, EN EL GOZO DE LA ETERNIDAD

  
 Hay que vivir en la realidad. Fuera de ella no hay vida.  Sólo sueños o pesadillas… que creemos nuestros, y no lo son. 
El ámbito de Dios es la realidad. Donde es la infinitud y la eternidad. Nunca el espacio ni el tiempo que son cárceles de horizontes cerrados y cadenas de años, horas y segundos.
Sólo se vive verdaderamente cuando nos liberamos de los condicionamientos del tiempo y del espacio material.
Y vivir fuera de ellos no es igual a estar fuera de la realidad. Por el contrario, es experimentar el ser.
Por eso hay que ser consciente de cuando y donde estamos. Y así sabremos quienes somos.
Estamos en Dios. En su Eternidad vivimos, en su infinitud nos movemos y tenemos nuestro ser.
Somos la imagen y semejanza de Dios. Gozamos de nuestra bendita identidad al caer en la cuenta de ello. Como sucede con todo. Así disfrutamos de ese paisaje, de esa compañía, de esa música, de ese sabor… Si nuestro pensar está en otra parte no nos enteramos del abrazo de tanta maravilla.
Para mantenerme despierto me ayuda mucho recorrer los sinónimos de Dios. Así me escapo, en medio de las modorras, a mi auténtica patria (la verdadera es la Casa del Padre).
Pienso así:
Soy la semejanza del Principio del Bien. Una ley para mí mismo. Actúo, causo y realizo todo lo bueno y nada más que lo bueno. Ese soy y no otro.
Soy la semejanza de la Vida. Es decir, inmortal. Nunca moriré. Por mucho que esa idea se empeñe en acompañarme una y otra vez con la apariencia de un final, y no como un nuevo viaje. A ése al que marcharé provisto de todo el equipaje necesario, como ahora. Porque nunca  dejaré de estar con Dios, la Vida, donde gobierna todo.  El pan de cada día me viene a diario, e igual ocurrirá en el "mañana" de otra forma de existencia.
Reflejo la vida que es inmortalidad: lo que supone que en este instante, mientras tecleo estas palabras, estoy no en el tiempo sino en la eternidad. SIEMPRE donde ya he vivido y vivo ahora.
Cuando pienso diferente no actúo como semejanza de la Mente. Para Ella
todo es un eterno presente. El porvenir nunca existió. Ni siquiera para Dios. Él no tiene ni futuro ni pasado. Estos dos conceptos son asfixiantes corchetes que ponen la existencia entre paréntesis. Ahogan lo cotidiano. 
Ser consciente de su irrealidad nos da la libertad. Permite que vivamos el ahora. Lo único que se puede vivir.  
La inmortalidad es un profundizar en la riqueza infinita del presente. Es un descargarse del peso del pasado, que se presenta  quizás desaprovechado o cargado de culpas. 
Es un liberarse de la zozobra por un porvenir. ilusión incierta y alienante, que impide gozar de este instante.
Ese profundizar es el mejor antídoto contra el aburrimiento. El aburrido como el que sufre, es alguien que se ha “salido” de la realidad y por tanto se ha situado en la nada.
Cuando no disfrutamos la existencia es porque nos creemos en el camino de la nada, en el imposible fuera del Ser.
Repasar el pasado sólo es rumiar la nada. Otear el mañana es dimitir de lo actual. Salirnos de donde se puede actuar.
El tiempo de Dios se llama hoy. La eternidad es el ahora interminable.

Y en ella es donde todo es posible, porque es en la eternidad donde podemos experimentar el único Poder, el Bien.  

miércoles, 24 de mayo de 2017

CORREGIR DESDE LA VISIÓN ÚNICA.

Meditar el despertar titulado "EL PODER DE LO SENCILLO" me lleva de la mano a la siguiente consideración.
De continuo hay que corregir  nuestro hablar.
Porque las palabras condicionan el pensar.
Y también los pensamientos crean su propio lenguaje.
Y a veces sorprendo el error cuando declaro "Hay que ver como Dios ve".
Porque es como suponer "otro" al lado del Uno disponiéndose a cambiar de perspectiva.
Es admitir en alguna forma la inexistente dualidad.
Lo correcto sería: "Sólo la visión de la única Mente es real".
Parece lo mismo, pero no lo es. 
Así que no debo angustiarme ni preocuparme por apreciaciones sensoriales.
Aunque mi actitud se confunda de loca o irresponsable. 
Sólo acepto la única visión. 
De acuerdo con la correcta traducción de Mateo "La luz del cuerpo es el ojo; así si tu ojo es uno, todo tu cuerpo estará lleno de luz" (6:22).
Con frecuencia una lectura no metafísica ha "corregido" en este versículo UNO por SANO. Pero en el original griego del evangelio leemos ἁπλοῦς, es decir, sencillo, uno o único. 



SIGNIFICADO Y CONSECUENCIAS DE LA LLAMADA "ASCENSIÓN"

  
 A no ser por la fuerte influencia oriental del helenismo, Roma nunca hubiera aceptado "divinizar" a sus emperadores. Eso no quiere decir que orientales o romanos consideraran a Augusto o al viejo Claudio como un dios poseedor de poderes supra-humanos. Se trataba de dotarlo de una mayor autoridad ante sus conciudadanos que de iguales iban pasando poco a poco a la situación de súbditos.
   Cuando el faraón, precedente histórico de esos emperadores "divinizados", recibía el título de "hijo de Dios" se le estaba reconociendo su carácter de intermediario entre el Dios y el pueblo.

   La ceremonia por la que se adquiría el estado de Dios no era demasiado complicada. Lo primero era construir un templo o dedicar alguno de los existentes a este nueva deidad. A continuación, se introducía en él una estatua del personaje, la cual entre humaredas de incienso que ocultaba el proceso comenzaba a ser izada mediante un juego de poleas hasta lo más alto del recinto. Cuando la nube olorosa se disolvía, la estatua del nuevo ser digno de todo respeto y obediencia, el que concedería en adelante toda clase de favores a sus "fieles" aparecía entronizado en lo más alto ante el júbilo de los "suyos". 

Lucas se encuentra con todo esto, cuando ha de exponer a ese mundo quien era para los llamados cristianos, Jesús de Nazaret. Y le parece sugestivo afirmar plásticamente algunas verdades acerca del Maestro, sirviéndose del ritual de divinización.
1º Éste es el verdadero mediador, al manifestar y demostrar la Verdad en su propia vida.
2º Designado así no por los hombres, sino por el mismo Dios al certificar sus palabras con la prueba de sus curaciones.
3º Para eso coloca en medio de los suyos no a una estatua sin vida, sino al Jesús  vencedor de la muerte.
4º El lugar del evento no será un templo, un espacio separado, especial, sino el camino mismo.
Esto recuerda a las palabras dirigidas a Moisés cuando se acercaba a la zarza ardiente: "Descálzate porque esta tierra es santa.
5º Y una nube, que recuerda a la que en el capítulo segundo del Génesis nos introduce en el sueño de Adán, nos oculta al que ya no se le puede encontrar entre los muertos, (ni en los que duermen).
Siguiendo el esquema romano de divinización, Jesús está en las alturas. Porque se creyó que era "el hijo muy amado, la alegría de Dios", y vivió de acuerdo a ello,
Se pueden sacar algunas consecuencias muy prácticas:
1. Lo que constituye a uno hijo de Dios, puente para reflejar la luz del Padre que acaba con las tinieblas, no es el poder sobre los demás, sino el sentir a Dios como a Padre. 
2. No hay individuos especiales a los que acudir para que nos recaben los favores divinos. Todos estamos llamados a eso. Y sólo seremos realmente nosotros cuando nos consideramos así y actuemos en consecuencia. 
3. Esa divinización, subida a lo alto, espiritualización del pensamiento, o como se quiera llamar, no se produce necesariamente en esos lugares llamados templos, sino allí donde uno está abierto a la Verdad.  

Así que nunca pudo haber una "ascensión" material, porque la Verdad,  en la que se encuentra quien definitivamente vence a la mente mortal, no está ni abajo ni arriba, sino en el Espíritu que lo llena todo y es Todo.

martes, 23 de mayo de 2017

SER CONSCIENTE


Me repito mucho acerca del “darme cuenta”.
Y es porque lo considero muy importante.
Me resulta imprescindible para gozar. O lo que es lo mismo, para vivir.
Ser consciente es saber. Y no necesariamente sentir con los sentidos físicos.
No es ver, oír, palpar...
Es estar convencido que todo el bien deseable está ocurriendo ahora. No hay que esperar.
Los efectos del Amor infinito son ¡ya!
La consciencia sólo tiene un objeto: la realidad.
Y la realidad es la cualidad del Ser, es decir, de Dios.
Él es lo real. Y su manifestación constituye la realidad.
La realidad es infinita, eterna y perfecta.
Lo que aparece como finito, temporal e imperfecto, defectuoso, carente… es lo irreal.
Y ser consciente de lo irreal es locura.
Ahora, "darse cuenta" es percibir a través del velo.
Como cuando cae la primera oscuridad del atardecer y ya no distingues los objetos que hace un instante estaban ahí.
No dudas de su presencia, porque nunca pudieron marcharse. Tampoco las tinieblas le pudieron apagar su ser.
Porque ni siquiera el velo es o existe. No es una manifestación del Ser. Es sólo ocultamiento de la luz.
A veces la niebla nos sorprende mientras viajamos a alguna población conocida.
Interrumpir el viaje por no divisar, el contorno de la ciudad que siempre se dibuja en el horizonte, sería nada más que un absurdo.
El que algo no sea visto o sea ignorado no es razón para negar su existencia.
Y siendo tan importante, ¿cómo ser conscientes?
Sabiendo que ya lo somos. Porque nunca deja de serlo nuestra única Mente.
No hay que construir una consciencia, sino silenciar los sentidos y discernir lo que nos traen.
Y el primer mandamiento (“no tendrás otros dioses delante de mí”) es el único y eficaz bieldo para separar lo real de lo irreal.
La aplicación del mandato divino a toda circunstancia es lo que nos despierta a la Vida, al hacernos conscientes.

La obediencia a Dios o la responsable escucha  a su Palabra es la que nos mantiene despiertos, es decir, vivos.

EL PODER DE LO SENCILLO.

Hoy me dio por examinar la etimología de “sencillo”.
¿Cómo hacer simple, fácil, el diario existir?
Parece todo tan difícil y complicado.
Incluso, y quizás más, cuando se inicia el abandono del camino de la materia.
Y se sitúan los pies en el punto de partida espiritual.
Y descubro la clave.
La procedencia de "sencillo" es latina.
Su origen es el adjetivo numeral distributivo “singulo”.
Y el significado correcto sería “uno a uno”.
Y eso me regala una conclusión.
Hacer algo sencillo es propiciarlo desde la perspectiva del uno.
Concentrado exclusivamente en el ahora de este uno.
Sin pensar en lo siguiente.
Saboreando lo presente.
Sin prisa y aceleros.
Dándole toda la atención que el acto necesita.
Sin preocuparse por el siguiente “uno”.
Ya que eso lo convertiría en un irreal dos.
Y así, avanzar "uno a uno" todo es sublimemente simple… sencillo.

lunes, 22 de mayo de 2017

"APUNTILLAR" EL ERROR.

¿Me voy a creer el sueño? ¿Qué mi yo es o está enfermo? ¿Qué existe algo como la vejez, la muerte, el dolor, los enemigos, el odio, la envidia, el hambre, la escasez, el desamor, la soledad..?
¡Habría tanto que acometer!
"Pero aunque niego y niego, la experiencia del mal persiste. No se desvanece. Quizás sólo por un rato".
Expresiones como está oigo con frecuencia. 
"Oré y aunque enfrenté el error, la situación se sigue prolongando".
Y entonces recuerdo la famosa cita de "Le Menteur" de Corneille:
"Los muertos que vos matáis gozan de muy buena salud".
Es decir, dudo que se haya aplicado el tratamiento adecuado.
Creemos haber trabajado.
Pero, seguimos pensando y temiendo siempre lo mismo.
¿Hubo plena y absoluta convicción?
¿Un convencimiento que lo cubriera todo?
¿Haber reconocido lo que sí es real, en perfecta exclusividad?
¿El Bien y nada más?
Porque eso debe ser lo único en nuestra conciencia.
Ahí es donde hay que estar.
Y así, todo lo que no es, pero parece fuertemente establecido en nuestro creer, será más fácil de desechar para siempre.
Eso es apuntillar o rematar realmente al error. Lo otro son chapuzas.

¿VIVIR EN EL MUNDO?

No somos del mundo.
Esto es:No pertenecemos a lo limitado, a lo cambiante, a lo capaz de carencias y deterioros.
Nuestro Todo es Dios.
 No obstante nuestra actual percepción es "estar" en ese espacio que parece sometido a tantas influencias.
Aunque es "el ser" y no "el estar" lo que conforma la identidad.
Mi estadía en el extranjero puede abarcar incluso años, pero eso solo nunca me despojará de mi "españolidad". 
Sin embargo hemos de admitir que "estar en el mundo" favorece el continuo fluir de tentaciones.
Son sugerencias más o menos agresivas que amenazan invadir nuestra conciencia si no ajustamos los sentidos con el discernimiento espiritual. 
El mundo no posee atmósfera propicia para la Vida.
Pero el hombre la lleva consigo en todo momento. Le es metafísicamente imposible separarse de ella. 
 Entonces, ¿cómo estar en el presente escenario?
Una vez más Jesús nos da una triple pauta.
En los evangelios sinópticos, en el relato de las tentaciones, se encuentra la síntesis de su proceder.
1º El verdadero alimento que sacia y guía es la Palabra de Dios. Es el cernidor que separa el trigo de la cizaña.
2º Ser hijo del Altísimo no es ser ni actuar como un "Supermán".
3º Es dar fe con todo el corazón que lo único deseable es el Reino de Dios. Y no los aparentes "tesoros" del mundo.
Pero para que esta respuesta surja con espontaneidad ante la seducción mundana hay algo previo.
Y es rumiar hasta la convicción el "Tú eres mi hijo muy amado, mi alegría".  Esa es la Palabra que siempre se nos está declarando.
Ella define nuestro "ser": somos la finalidad del Amor, “la causa” de la eterna e infinita alegría de Dios.
Eso es lo que escuchamos cuando nos bautizamos. Es decir,purificamos la conciencia.
Es nuestro ser y nuestro poder.

No olvidemos que el tentador al situar a Jesús en el pináculo del templo, sólo pudo sugerir pero nunca empujar

domingo, 21 de mayo de 2017

NO RESISTAMOS EL MAL. SÓLO ES NADA.

La hipnosis en que nos movemos concibe la existencia como lucha.
Contra casi todo. 
E incluso contra ese "don nadie" que llamamos "mi yo".
Y que se crece en el combate.
Pero vivir no es un esforzado competir.
Lo que  se quiera o no, acaba anclando en la dualidad
Donde todo se puede convertir en un adversario.
El amor de ayer, con quien repartías caricias, quizás  es hoy el enemigo del que te defiendes o atacas.
Hay que declarar solemnemente la Paz.
Partiendo de la Unidad que destierra divisiones y suma armonía.
Sólo el Ser y su manifestación infinita.
Vivir es descubrir que todo es un Uno-verso. 
Y sentir que el yo de todos es el mismo.
El Yo soy, único vivificando y uniendo todo.
La plenitud de la Vida es  saborear que Todo es Uno
Y porque no hay más es absurdo luchar contra un mal inexistente que sólo tenemos desenmascarar.





COMO COLÓN


Felicidad es sin duda alguna, la palabra más repetida en estas fechas.
Sustituye como saludo al “Buenos días” o “Buenas tardes”.
De continuo la escuchamos, expresando el deseo de obtener lo mejor.
Algo que en su interior, muchos ven como inalcanzable o muy difícil.
Pero, ¿qué relación guarda todo esto con Colón?
Para mí, mucha.
El navegante genovés no creó ni construyó América poco a poco. Sólo la descubrió.
El trabajo de Colón fue buscar lo que ya existía porque el llamado “Nuevo Mundo” siempre estuvo ahí, velado sólo por la ignorancia y el miedo.
 También todo aquello capaz de proporcionar auténtica felicidad ya está.
La armonía, la sabiduría, la salud, la concordia, la alegría, la paz, el amor… la abundancia de Bien, es desde siempre.
Y no al final de una larga singladura marina o de un galáctico viaje. Sino como íntima condición de nuestro ser.
Sin embargo, desearlo es situarse en la astronómica lejanía de la irrealidad. Allá, donde construir lo perfecto se convierte en fatigosa imposibilidad.
Se quiere ser mejor y sólo se consigue una casi cotidiana depresión al hacer balance de los esfuerzos.
Lo único necesario es reconocer lo que ya ES desde el principio.
Dios perfecto, todo perfecto. Incluido yo mismo.
Experimentar la felicidad es reconocerla como la exclusiva atmósfera de la realidad.
La perfección parece resistirse en la fantasía que confundimos con la vida.
Nos culpabilizamos con el fracaso de los inútiles esfuerzos por construir una santidad, cuya absoluta existencia ignoramos en la práctica.
O quizás nos engañamos al celebrar con soberbia disfrazada, un ilusorio triunfo.
Pero sólo gozamos el eterno día lleno de bendiciones cuando reconocemos que no depende de  “nuestras” buenas obras, sino de la Bondad Infinita.
Aquella que es nuestro inmutable apoyo.
Y así, lo bueno que deseas tener, no sólo lo tienes, sino que lo eres por invariable reflejo, aun antes de saberlo.
Nada tenemos que construir o conseguir.
Sino sólo caer en la cuenta que YA es TODO.

Como Colón, sólo descubrir.