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sábado, 6 de mayo de 2017

CONOCER LAS PALABRAS TAMBIÉN AYUDA


Las palabras son productos de un pensar determinado.
Conocer su origen, aporta claridad a nuestra conciencia. Entonces iluminan nuestro progreso.
Y se sabe que Mary Baker Eddy valoraba mucho el significado preciso de lo que escribía o leía.
Esta mañana mi reflexión se ha detenido en un término muy repetido en los ámbitos espirituales.
Se trata de SANTIDAD.
Una ojeada al diccionario sólo nos dirá que es “cualidad” de lo que es santo. Y si se continúa la pesquisa nos añadirá que éste es quien practica virtud o vive conforme a la religión. O poco más.
Por eso hay que volver a la cuna de la palabra. En latín, nuestra lengua materna, santidad es sanctitas. Y hace referencia a una divinidad: el dios etrusco SANCUS.
¿Cuál era su especialidad espiritual? Guardar y garantizar los juramentos, las promesas y los pactos. Algo muy importante para establecer la seguridad y la confianza.
Su divina acción recibirá el nombre de “sancionar”, con su triple significado de: aprobar cualquier uso, dar fuerza de ley a una disposición, o castigar a quien la infringe.
La sanctitas tiene mucho que ver con la fidelidad. De hecho, a Sancus  se la identificará más tarde, con Fidius, el dios de la fidelidad.  
¿Qué consecuencias extraemos de este peregrinar a los orígenes?
¿Qué es ser santo?
Por supuesto, mucho más que bueno o religioso.
Es ser fiel a un pacto, a una relación establecida. "Entonces vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”. (Jeremías 30:22)            
Así, Dios, nuestro Padre Madre, es con toda razón, el Santísimo, ya que es el eternamente fiel. Él es siempre inmutable en su fidelidad. Nada es capaz de poner en peligro su promesa. Ningún mal.
Y reflejar esa fidelidad de Dios es manifestar santidad. Confiar en la Palabra de Dios sin albergar duda alguna, es lo que nos hace santos. (Ciencia y Salud 497:3-5 “Como adherentes de la Verdad, aceptamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente hacia la Vida eterna”.
Y no el acopio de “personales” buenas obras o sufridas ascesis. El apoyarnos en la SANCTITAS de Dios es lo que nos colma de bendiciones, y no los esfuerzos mortales.

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