RESURRECCIÓN.

Resucitar no es volver a la Vida.
Es reconocer que Ella es lo único que hay.
Es un eterno y jubiloso cantar de acción de gracias.
Es la creencia en la materia sometiéndose a la comprensión espiritual.
Es un reiterado darse cuenta que no hay vida en esa ilusión que está siempre fuera de nosotros. 
Es devolver la muerte a la nada, que es su única patria.
Y descubrir que somos la manifestación de la Vida interminable.
Un definitivo despertar a la realidad donde no existe razón para el temor a un final.
La resurrección es el paso de la ignorancia a la comprensión del Ser.
Vivir es la ininterrumpida espiritualización de pensamiento.
Y ese "saborear" el "saber" vivificante es lo que se celebra en una Pascua y el correcto modo de festejarla.
Es inaugurar el reino de la Verdad y el Amor al pasar de la oscuridad a la luz, de la noche ciega al radiante día.
Ese es el verdadero fundamento de la Alegría.
¡Feliz Pascua de Resurrección!

EL PODER DE LA LUZ

Me gusta ver amanecer. 
Y contemplar como la luz retira el velo negro de una colorida naturaleza resplandeciente de vida. 
La luz nos descubre la realidad. 
Y como nos cuenta Mateo en su "parábola de los ateos" (Mateo 25:34-40) ya no son presos, enfermos, hambrientos... sino el Cristo mismo, la idea perfecta del Espíritu-Amor. Porque todo lo que nos rodea es Él. 
Nosotros incluidos. 
Y¿como gozar de la luz? 
¿Qué es? 
El efecto de la Palabra cuando se la escucha. 
Cuando se la acepta en exclusividad. 
Ningún otro pensamiento. 
La Palabra, convertida en luz, borra el Caos, que oculta esa inmutable Armonía que es Nuestro Padre-Madre y su infinita manifestación.

LA ALEGRE REALIDAD

Qué alegría reconocer "al despertar" que uno mismo, todos, y el universo entero es el Bien infinito (el Padre-Madre) manifestándose.
Y que el único quehacer es corregir nuestra percepción si experimentamos algo diferente que siempre será falso.
Siempre es Dios quien se nos acerca. 
Sea cual sea el disfraz. 
Y Él mismo es nuestra verdadera,  perenne e inmutable identidad. 
Por eso, siempre que tengamos los ojos limpios  nos podremos regocijar en la eterna y alegre realidad.

NADA HAY FUERA

Nada hay fuera.
Todo sucede dentro de cada uno.
Por eso, si el mal, cualquiera sea, desaparece de nuestra consciencia, y no miramos más fuera de ella, sin aceptar otra información que la que proporciona la Mente, la demostración se manifestará. 
Porque esa situación no armoniosa, o ese cuerpo dolorido, achacoso, impedido, decadente, bloqueado o inflamado nunca es nuestro, ni una realidad a considerar un segundo más.
Y así avanzaremos, apoyados en la confiada consciencia de que todo lo que queda para la plena comprensión de la Verdad, la amorosa Mente que nos colocó en este camino, lo proporcionará conduciéndonos con éxito hasta la meta.

ALUCINACIONES

Todas las carencias de bien que experimentamos como propias son alucinaciones.
Las faltas de salud, provisión, comprensión, seguridad, afecto, compañía, empleo, paz, armonía… tienen su origen en una equivocada identificación.
Es creerse ser un cuerpo material (alias “yo personal”).
Y estar  en  un escenario o lugar distinto y aparte de Dios.
¡Una locura! 
Pero este absurdo tiene remedio.
Para salir de esta hipnosis sólo hay que aceptar una y otra vez la única Verdad. 
A saber, sólo es Dios perfecto y hombre perfecto.

NADA DE ESFUERZO INUTIL

Nunca se trata de construir o mejorar a algo, o alguien o a nosotros mismos.
Ya que desde la eternidad todo es y seguirá siendo perfecto.
Y corregir la única creación, la de Dios, sería trabajo inútil e imposible.
Lo único a realizar con provecho es reconocerle a Él manifestándose en Todo.
Sólo hay que desnudar las ilusorias apariencia que proyecta la falsa e impotente mente del "yo".
Y aceptar la realidad de la armonía infinita.
No idearla, hacerla o sostenerla.
Eso es competencia del Padre completada ya extremadamente Bien.

LA PERSPECTIVA CORRECTA

"Mirad a mí, y sed salvos, todos sin excepción, porque yo soy Dios, y no hay más". (Isaías 45:22)
Las sugestiones que como negros velos oscurecen la armoniosa y perfecta realidad desaparecen cuando me vuelvo al Espíritu, único Ser. 
Y ese centrarme en la contemplación de Dios no es una empresa homérica que necesite de toda la débil fuerza del yo.
Sólo precisa el apartar de la consciencia aquellos pensamientos que no son de Dios. 
Todo aquello que perturbe la paz o me hagan sentir como distante de Él. 
La bella realidad no tengo que inventarla o sostenerla con la mente mortal del soñador. 
Todo el Bien ya está aquí. Y siempre. También ahora.

DAR A LUZ AL HOMBRE VERDADERO

Hoy un nuevo recuerdo acude a mi memoria. 

El de una tribu africana que tenia por costumbre el colocar en el centro del poblado al miembro que cometía una falta. Y a continuación  todos los demás,  mayores, ancianos, jóvenes y niños dispuestos en círculo, le declaraban infatigables, uno tras otro, todas las cosas buenas que sabían de él.

Porque pensaban que si el sujeto en cuestión había errado, el enfrentarlo con el bien que percibían en él mismo, eso lo regeneraría. 

Es decir, disolvían la vieja criatura y sacaban a la luz  al "hombre nuevo". 

Pienso ahora que eso es lo que hacemos cuando oramos por algún compañero de camino o incluso por uno mismo.

UN NUEVO AMANECER

Un nuevo amanecer.
Y como siempre otro día por delante.
Como hoja de papel en blanco.
Donde reseñar todo lo que siempre sigue sucediendo.
Sólo y profusamente las maravillas de Dios. 
Por eso sólo me permito un único deseo.
Ser guiado por el Padre.
Y así dejo suelta mi mano, sin propósito personal.
Para que la Mente divina la tome y evite que la absurda voluntad propia manche el presente con borrones.
¿Mi quehacer? 
Echarme a un lado, silenciar responsabilidades, miedos o preocupaciones.
Descansar en el Amor con activa confianza.
Porque aunque no lo vea ni quizás lo sienta,  me llena segundo a segundo.
Desde dentro.