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martes, 28 de marzo de 2017

HABLEMOS DEL PAPA MARCELO.


Se puede aprender de todos. Porque la Verdad es Todo.
El Papa Marcelo II tuvo un corto pontificado pero un largo y hermoso recuerdo entre los jesuitas.
Marcello Cervini de Spannocchi, que era su nombre completo,  falleció 22 días después de ser elegido sucesor de Pedro, allá por el año 1555. En ese breve período de tiempo favoreció mucho a los miembros de la Compañía de Jesús.
A éste hombre bueno le sucedió con el nombre de Paulo IV, el octogenario Juan Pedro Caraffa, quien dificultó en gran manera la vida de Ignacio de Loyola y sus compañeros.
Hablar  no precisamente bien del que nos incomoda o hace sufrir es hábito bastante corriente.  Y los jesuitas, hostigados por el Papa Caraffa un día sí y el otro también, no constituían una excepción a la norma del mundo. No obstante, siempre que Ignacio escuchaba las críticas, las cortaba en seco con: “Hablemos del Papa Marcelo”.
La enseñanza que encierra esta actitud ignaciana es clara y sumamente práctica.
Cuando los sentidos nos informan de sufrimientos, contradicciones, desarmonías, amenazas… deberíamos interrumpir sus murmuraciones con un “Hablemos del Papa Marcelo”.
Es decir, pensar en todo el bien que se nos ha hecho, que está ocurriendo y que siempre se producirá.
“Hablemos del Papa Marcelo” es hablar o pensar sólo de lo bueno, de lo que refleja a Dios. Es detenernos sólo en lo que es real.
“Es real sólo lo que refleja a Dios” (Ciencia y Salud 478:27-28)
“Hablemos del Papa Marcelo” es dar gracias, re-conocer, ser de nuevo consciente del Uno, del Bien infinito, de lo único que es y se manifiesta.
“Hablemos del Papa Marcelo” es cambiar la amargura en gratitud. Es despertar y situarnos en la Verdad, en el escenario del eterno e infinito Bien donde nos estamos moviendo siempre. Donde vivimos y somos.

Todo lo otro es tan doloroso como el estar en la tenebrosa nada.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Maravilloso! Después de leerlo respirares más faćil