¿QUÉ ES ORAR?

Orar a propósito de alguien o algo es descubrir y aceptar cómo Dios lo ve y considera. 
No es desearle ni intentar conseguirle lo que ya es. 
Sino sentir que ya es receptor de Todo lo verdadero. 
Orar es, por tanto, escuchar y reconocer la Verdad.
Nunca el construirla. 
Y como reconocer es sinónimo de agradecer, se puede afirmar con toda razón que el efecto de la verdadera oración siempre es un experimentar y expresar gratitud.

LA AUTÉNTICA REALIZACIÓN

Muchos, y con frecuencia, se lamentan de su “suerte”.
Deprimidos al comprobar que su presente no se corresponde con el que soñaron, aspiraron y no consiguieron. 
Pero esta dolorosa frustración se debe más bien a ignorancia acerca de la auténtica realización, y única capaz de colmar todas las expectativas de felicidad. 
¿Cuál es entonces, la finalidad de nuestra existencia? 
¿De qué nos examinarán al final del tiempo? 
La respuesta es que si somos la imagen del Amor, sólo somos para amar y ser amados sin interrupción alguna. 
Una realidad que nada ni nadie puede impedir que esté sucediendo siempre. 
Y es ser consciente de esta Verdad, lo que constituye el fundamento de una vida alegre y exitosa, e incluso la misma felicidad eterna.

EL PARA QUÉ DE UN DÍA MÁS

Hoy es el regalo de una jornada más. Y para practicar.

Pero, ¿cómo?

Se trata no de sanar, sino ver quien soy, donde estoy y entre quienes.

Es distanciarme del ilusorio escenario que erróneamente confundo con la realidad.

Porque la confusión sólo pertenece a la mente mortal.  Igual que el caos.

Ya que todas las ideas que existen, las de Dios, son inocentes, puras y perfectas. 

Ahora mismo.

No hay tiempo de convalecencia o consolidación de lo verdadero.

No hay que limpiarlas o mejorarlas. El error siempre está en la percepción. 

Y en ningún otro lugar a excepción de la Nada.

Así que lo que interesa ver es lo real.

Y no la mentira, aunque sea para corregirla, acto seguido. 

Apartemos pues, la atención de ella.

Y busquemos lo bello y lo bueno y nos encontraremos disfrutando de lo verdadero.

LA CONVICCIÓN SANADORA

Quien de pronto a través de un espejo deformador de los que hay en las ferias,  ve que le aparecen tres pies no se altera por ello.
Porque está establecido en la firme convicción de poseer sólo dos. 
Y por mucho que la imagen persista, sabe que lo percibido es una mentira, un error óptico, que en nada le perturba ni le condiciona.
Por eso, lo más eficaz en la práctica de la Ciencia Cristiana es fortalecer la comprensión de que el Ser perfecto que llamamos Dios, Mente, Amor… lo llena todo con su infinitas y perfectas ideas o universal y espiritual creación.  
Y a ser consciente de ello se ha de enfocar toda nuestra atención.
Esa es nuestra convicción más sanadora y la base de la permanente armonía.

LIBRES DEL TIEMPO

Mientras contemos años siempre seremos mendigos de algo que creemos no tener y pensamos necesitar.  
Y en tanto midamos el recorrido de la existencia desde un punto de partida -el nacimiento en el tiempo- seremos esclavos de éste y de la mentira que lo sostiene, la mente mortal. Pero para liberarnos de estas ataduras agobiantes, y recobrar la vista sólo hemos de aceptar el bautismo que nos purifica del barro.
 La solución es limpiar de continuo nuestra auténtica identidad de cualquier resto que nos identifique con los ciudadanos de la Nada.

PARA SENTIR LA UNIDAD

Sólo lo que es Uno, no separado, es real.

Pero en este sueño esa realidad no es algo obvio.

Por eso, para sentir esa unidad, para experimentar lo verdadero, Jesús dijo:

"Ahora pues, Padre, glorifícame tú junto a Ti, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese" (Juan 17:5) 

 "Antes que el mundo fuese" o lo que es lo mismo: antes que las creencias de limitación y consecuente separación cubrieran como un velo el Bien infinito y Uno.

Y, ¿qué es glorificar? ¿qué es "la gloria de Dios"? 

Es el efecto de reconocer la Única Presencia. 

Ser consciente que en Jesús y en cada uno de nosotros, y en todo, Dios está presente con todo su poder y plenitud. 

Y eso sana y despierta como nos enseña el pasaje del ciego de nacimiento. 

No ver es el efecto de la inconsciencia acerca de esa divina Presencia que lo llena todo. 

Es confundirse con un yo que tiene un principio en el tiempo, un nacimiento. No percibir esa Presencia. 

"Esto es para que se manifieste la gloria de Dios" y cuando esa Presencia se hace evidente por la acción del Cristo, sucede lo contrario.

La luz ilumina la realidad y disuelve el velo que parecía cubrirla. 

Porque nunca hay que construir la armoniosa realidad, sino sólo descubrir Su íntima, constante y confortadora Presencia.

UN EFICAZ TRATAMIENTO

En los ámbitos metafísicos "tratar" es un orar con el propósito de volver a alguien o a uno mismo a la realidad. 
Es un elevar la consciencia con el propósito de despertar o "sanar".
Por eso, recordar que Jesús, el cristiano más auténtico de la Historia, oró también por nosotros para que nos sintiéramos Uno con el Padre, aporta una gran dosis de consuelo. Descansar en tratamiento tan sanador me ayuda siempre a disolver las creencias que pretenden obstaculizar mi práctica, con las variadas excusas de no conocer lo suficiente o no estar lo suficientemente elevado.
Porque la consciencia de UNIDAD es el despertador, eficaz por excelencia, incluso para el más profundo sopor o negra pesadilla.
Y puesto que ya hemos sido "tratados" confiemos agradecidos en ese "tratamiento".

LA AUTÉNTICA CONVICCIÓN

Sólo desde el ser consciente del hombre verdadero, el Cristo, podemos sentir la Verdad, que es Dios mismo. 
(Pablo nunca se refiere a Jesús, como el santo rabino que llegó de Nazaret, sino a su individualidad espiritual, la verdadera y siempre divina. La que comparte con todo hombre real)  
Mientras consideramos la existencia de seres imperfectos, caricaturas del Cristo, siempre nos sentiremos separados del Uno, por mucho bien que nos esforcemos en hacer. 
Y por tanto, creeremos estar, en tensa zozobra, amenazados desde cualquier flanco del camino. 
En la confusa bruma de este sueño, la pregunta "¿Quién soy realmente?" con su respuesta "La imagen perfecta de Dios y siempre", desvela con Su luz el ámbito de la eterna y armoniosa unión donde siempre estamos.
Eso es orar. 
Ésta es la auténtica convicción.
No es tratar de convencer a Dios de que soy inocente y perfecto, sano y santo sino dejar que Él me convenza de la perfecto que es todo y que constituye la Verdad desde toda la eternidad.

DESCUBRIENDO EL YO. 1

El yo, y nada más que el yo, es quien se descubre, si ataca dolida la tristeza. 
Con la injusta la excusa de no recibir gratitud a propósito de algún bien manifestado. 
A la vez que se autoacusa de iluso ladrón al pretender apropiarse de lo que no es suyo con su resentido reclamo 
Porque el agradecer o el reconocer lo real nunca está ausente en la Verdad, que es Vida, y jamás un sueño.
Ya que el Amor, el único Ser, lo hace a toda hora y  a Sí mismo, auténtico autor de todo lo que es bueno.

DESPERTAR REAL

Buen día.
Que nadie te engañe. 
Te despiertas perfecto en un universo perfecto.
Rodeado de seres perfectos, aunque puedan parecer lo contrario. 
Pero la visión perfecta corrige las erróneas apariencias. 
Nada aceptes que se presente ante ti como un punto menos armonioso que el Yo soy mismo. 
No te dejes engañar desde el comienzo de este día. 
Nada hay que sanar, arreglar, salvo tu consciencia.
Porque ella sólo ha de aceptar lo que es siempre, el Bien. 
Y así disfrutarás de la Verdad si te sitúas en ella con convencida firmeza.

¿HACIA DÓNDE MIRAR HOY?

¿Qué hacer ante tantos aparentes retos y desafíos?
"Levantar mis ojos, al que habita en el cielo" Salmo 123.
Refugiarse en lo único real. El Ser que es en el Cielo.
Un sinónimo de Dios mismo. El auténtico nombre de la realidad.
"Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más" (Isaías 45:22).
Es la respuesta del Amor. 
Retirar nuestros ojos de cualquier desarmonía.
Y reconocer que todo lo que nos atormenta sólo es visión deformada de lo único que es, nos rodea y somos:  Dios, el infinito bien. 
Eso nos libra de cualquier sueño o pesadilla.
Estar centrado en Él es ser consciente de lo real, e ignorante de la nada.  
No se trata de darle la espalda a los aparentes problemas. 
Eso solo anclaría en la temida y paralizante complicación. 
Estar fijos en la divina y única solución sin mirada alguna hacia otra parte es lo que establece en la feliz  y eterna armonía.

ACERCA DEL CAPÍTULO TRECE DE PRIMERA A CORINTIOS

Hace un puñado de años abandoné, apenas iniciado el estudio del perfil sicológico de Pablo de Tarso. 
Hoy, sin retomar el viejo proyecto (ya no me interesa investigar personalidades) me acerco desde una nueva perspectiva al supercitado capítulo 13 de su primera carta a los Corintios.
Allí el  amor se convierte en protagonista. 
Y ahora desde una nueva perspectiva  me recreo con ese texto. 
El pasaje se suele tomar como el modo con que el hombre debe amar. 
Pero prefiero considerarlo "cómo el Amor ama". 
Y cómo me convierte en "amado" con idéntica capacidad de amar.  
Cómo  me ama, en paciencia y bondad  infinitas. 
Sin comparaciones. 
Viéndome siempre como Su imagen (eso es perdonar), en alegre abrazo de unión. 
Siempre en armoniosa paz. 
Cómo siempre su voz es un susurro suave, nunca irritada ni condenatoria. 
Me ilumina y vivifica. 
Cómo espera todo de mí. Porque confía plena y firmemente en lo que de verdad soy. Sea cual sea la situación en que parezco estar. 
Y finalmente, cómo siempre estoy  en Su amor, ya que nunca puede dejar de amarme, aunque no lo quisiera el loco yo que creer ser mi verdadera identidad.

PACIENCIA ES CONFIAR EN LA VICTORIA

Mucho se ha escrito acerca de la parábola de la cizaña. 
Pero para mí, subrayo lo siguiente.
1º La Mente es quien siembra la buena semilla. Nunca el yo. 
"Todo lo que es bueno y perfecto es regalo de parte de Dios, nuestro Padre" (Santiago 1:17)
Jamás es efecto de nuestro esfuerzo.
2º Tampoco somos culpables de la cizaña que parece abundante en el escenario del mundo.
Siempre somos inocentes. 
Y gran error es pensar lo contrario.
3º El sueño es lo que propicia la mala siembra.
La inconsciencia es el campo mejor abonado para el supuesto mal.
Y estar despierto es la mejor defensa.
4º No se trata de existir centrado en la proliferación de la cizaña. 
Sino eliminar toda duda por la convicción del exclusivo poder de la Verdad.
Confiar en que el error es temporal. 
Y por el contrario, los pensamientos de Dios (buena semilla) son eternos. 
Porque durante nuestro caminar, desde la materia al Alma, la expectativa de la victoria es el soporte de la necesaria paciencia 

LA PRESENCIA QUE SANA

Buen día. La presencia de Dios, comprendida, reconocida y sentida, es lo que sana cualquier creencia de desarmonía. Y esa presencia no depende del esfuerzo humano. Es siempre, seamos conscientes o no de ese continuo "estar y ser". Siendo Dios Todo y lo Único, somos siempre ante Él, y en Él. Para descubrir esta realidad primero hay que aceptar el primer y gran mandamiento: "No tendrás (considerarás) otros dioses además de mí". Y ser consecuente, basando todo en esta Verdad sobre la que se sostiene todo. (Y no olvidemos que ese todo es siempre un universo de bendiciones). El segundo paso será reconocer esa presencia, aunque los sentidos no la capten. Como sucede cuando se está rodeado de oscuridad. Pero la constancia y persistencia en contar con esta realidad conduce al tercer paso. Sentir la Presencia, que disuelve todo aquello que es opuesto a Su esencia. Entonces experimentamos el cálido y reconfortante abrazo de la infinita armonía.

PARA RECORDAR

1º ¿Qué dota de sentido a la existencia? ¿Cuál es nuestro quehacer? 
Descubrir lo que Dios ha hecho, el Bien. Y no tanto el intentar hacer lo que ya Es.
2º Estaré libre del mal en cualquiera de sus formas ( carencia de salud, provisión, vivienda, empleo, afecto, comprensión...) en la medida que sea consciente de mi absoluta y completa perfección.
3º Sólo si acepto la totalidad y exclusividad del bien podré experimentarlo sin límites.
4º Si experimento el mal es señal que delirio.
5º Tener miedo es ser ateo mientras esté sometido al mismo.
6º Creer en el mal, temerle o esperarle, es negar a Dios. El miedo es ateo.
7º Creer en la materia es, además de acientífico, situarse en la irrealidad.
8º El Bien es la realidad. Dios es el Bien. Aceptar esto sin ningún tipo de limitaciones nos hace supremamente libres.
9º El hombre verdadero nada necesita.
10º Al que sea consciente que tiene se le dará aún más, pero al que cree no tener, incluso lo poco que piensa que posee se le desvanecerá. (Cf. Mateo 13:12)
11º Sólo se es hombre cuando cedemos el gobierno a los pensamientos de Dios.
12º Sólo lo que es eterno es real. Sólo lo que es espiritual es real. Sólo lo que es Amor es real. Sólo lo armonioso e infinito es real.

EL AMOR ES LA VIDA

¿Estoy vivo?

¿Consciente, despierto?

Tenemos una modo infalible de comprobación?

¿Amamos?

¿Siento el Amor empapándome y fluyendo a través de mí?

Experimentar eso es existir en plenitud.

Porque el desamor es la muerte. El no amar o el no sentirse amado. 

Y amar es vivir.

Estar consciente de la realidad.

Amar es ser la misma realidad.

"Sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos.  Y aquel que no ama experimenta el sueño de la muerte" (1 Juan 3:14)