Mucho se ha escrito acerca de la parábola de la cizaña.
Pero para mí, subrayo lo siguiente.
1º La Mente es quien siembra la buena semilla. Nunca el yo.
"Todo lo que es bueno y perfecto es regalo de parte de Dios, nuestro Padre" (Santiago 1:17)
Jamás es efecto de nuestro esfuerzo.
2º Tampoco somos culpables de la cizaña que parece abundante en el escenario del mundo.
Siempre somos inocentes.
Y gran error es pensar lo contrario.
3º El sueño es lo que propicia la mala siembra.
La inconsciencia es el campo mejor abonado para el supuesto mal.
Y estar despierto es la mejor defensa.
4º No se trata de existir centrado en la proliferación de la cizaña.
Sino eliminar toda duda por la convicción del exclusivo poder de la Verdad.
Confiar en que el error es temporal.
Y por el contrario, los pensamientos de Dios (buena semilla) son eternos.
Porque durante nuestro caminar, desde la materia al Alma, la expectativa de la victoria es el soporte de la necesaria paciencia
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