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sábado, 20 de mayo de 2017

UN DIARIO RESUCITAR.

La parábola del "Hijo Pródigo" es inagotable en inspiración. 
Salir de la Casa del Padre es entrar en el sueño.
Donde se desgastan todos los patrimonios.
Por inmensos que fueran al abandonar la única Conciencia. 
La riqueza, la juventud, las amistades...
Todo se deteriora y disuelve en ese creer que se está "fuera".
Y moverse perdido en la nada.
Hasta que "se entra dentro de sí".
Ahí comienza el despertar, el volver de la inconsciencia a la Vida.
Por eso, es entrañablemente saludable entrar en el tameión (el aposento interior).
Y así darnos cuenta que estamos en el Cielo al descubrirlo dentro.
Ya no hay que esperar a un final.
Para  comprobar que nunca dejamos el abrazo del Padre.
Y que este verdadero orar cada amanecer es el inicio de nuestra auténtica y diaria resurrección.


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