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miércoles, 2 de agosto de 2017

EL MANDAMIENTO OLVIDADO



OS LO REPITO: "ESTAD SIEMPRE ALEGRES"
Cada cierto tiempo la gente se hace promesas.
Adelgazar, dejar de fumar, aprender inglés… ¿ser mejor?
Los deseos descubren la situación vital de aquellos que los formulan. Son como las metas que nos proponemos.
Pero la adecuada para el hombre ya está establecida desde siempre: “Sed perfectos” (Mateo 5:48) Ese propósito abarca todo lo bueno.
Y los mandamientos divinos señalan el camino para realizarlo.
Me gusta este verbo: “realizar”. En español es “hacer realidad”. Pero el inglés añade otros significados que me colman de inspiración: “comprender”, “ver”, “darse cuenta”…
Pero continuemos con los mandamientos. Porque ellos nos ayudan siempre a ir en la correcta dirección.
El tenerlos o no ante nosotros, descubre si avanzamos o estamos perdidos.
Hay un mandamiento olvidado, incluso por muchos “espirituales”.
Es el que nos recuerda y repite Pablo en sus cartas. El mandamiento de la alegría.
El júbilo es algo propio de Dios. Recordemos al Padre invistiendo a Jesús como su “hijo querido”, “su alegría"( Marcos 1:11  ). Por eso, el gozo es un sentimiento que recorre toda la Biblia.
Estar alegre es estar consciente de la Verdad. Sentir la Presencia de solo Dios.
Por eso Pablo une el imperativo “Estad siempre alegres” con el mandato “Orad sin cesar"(1 Tesalonicenses  5:16-19    ). Sólo se puede establecer uno en la alegría -inherente al “ser imagen y semejanza”-, si se escucha a Dios, (orar) en toda situación y circunstancia.
Esto es: si llenamos nuestra conciencia con  “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza"(Filipenses 4:8).
La tristeza nubla, ciega, impide sentir el Espíritu, lo real.
El carácter sagrado y eminentemente práctico del “estar siempre alegre” se ha solapado con demasiada frecuencia.
Y es esencial. Es la piedra de toque para comprobar que pisamos el camino estrecho y verdadero. La alegría es una utilísima
brújula. Si estamos tristes es porque hemos dejado de escuchar a Dios.
El mandamiento por excelencia es el Amor. Pero para cumplir con él, hay que estar alegre. Porque amar es reflejar al “Padre-Madre del todo armonioso"(Ciencia y Salud 16:31).
El efecto del Amor es la unión indisoluble de Todo. Dios y su manifestación es uno en la eternidad. (Juan 17:21   )
Hoy la sugestión de un mundo dividido parece muy fuerte a todos los niveles.
Pero la unidad no hay que crearla. Sólo restaurarla. Permanece de continuo bajo la difuminada sombra del error. Nunca hemos estado separados.
La alegría ayuda a superar la niebla que intenta alejarnos. La expresión de la alegría es la sonrisa. Y siempre se ha dicho que ella es la distancia más corta entre dos corazones.
La expresión más espiritual no es la de un rostro recogido, sino la de unos ojos que sonríen.
Hay una palabra inglesa que se escribe muy parecido, “Sunrise”, literalmente “el Sol que se levanta”. Yo he tomado ese significado y se lo he añadido a la palabra española “sonrisa”.
Cuando alguien sonríe, aparte que es Dios mismo quien lo hace, el cielo se ilumina porque el Sol se levanta, todo se llena de luz…

y es “el día del Señor, nuestra alegría y nuestro gozo"( Salmo 118:24)

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