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jueves, 24 de agosto de 2017

¡NUNCA ESTUVO!


Fueron años de preciosa felicidad matrimonial.
Ahora,  él había “pasado” de forma súbita, inesperada.
Ante los sentidos un cuerpo desplomado, como una ropa desechada.
La esposa, transida de paz, suspira: “Papa, ya no está ahí”.
Y dos palabras más se añaden, esclarecedoras: “¡Nunca estuvo!”
Agradecí el relato como un regalo.
Fue una iluminadora confidencia. Una ventana abierta a una mayor comprensión.
Ni el padre, ni la esposa, ni el hijo, ni yo ni nadie, estamos “aquí”.  En este escenario con límites. Donde ni el tiempo, el  espacio, la felicidad, la abundancia… son incontables.
Es muy saludable saber que NUNCA estamos en la materia. En lo escaso, lo feo, doloroso, desierto, ruinoso…
Entonces, ¿dónde? Parece que nos sumimos en la confusión. Casi igual a la del despertar de un sueño profundo. Por segundos no sabemos en qué lugar estamos.
Pero pronto, las sombras de la noche se esfuman, con la conciencia de la “realidad”.
Si así no fuera, caminaríamos como en el vacío, sin “memoria”, desconocidos de nosotros mismos.
(En realidad, esa es una fiel descripción de muchas existencias)
Esa experiencia del volver en sí, más de una vez percibida por todos,  ayuda en la búsqueda de nuestro auténtico sitio.
Nunca hemos estado en este sueño que llamamos vida mortal. ¡Qué contradicción! (vida y muerte)
Entonces, ¿dónde estamos ahora?  Es importante saber qué terreno pisamos.
Pero, es útil,  no que busquemos, sino “re-conocer” (1) el lugar.
Ya nos estamos moviendo en Dios, en la Vida, en la Armonía, en la Sustancia, en la Perfección, en el Todo.
No hay que esperar o merecer.
Tampoco de alcanzar nada. Sino descubrir lo que Dios ya hizo. Así los bienes “imposibles” se convierten en benéfica y cotidiana compañía. (2)
Esa es la Buena Noticia. La que hemos de abrazar con fe gozosa y agradecida.
Porque sólo la incredulidad nos confunde. Ella es la que oscurece el eterno e infinito cielo.Donde siempre estamos, y nunca en otro sitio. Y si "aquí" no estamos, tampoco tendremos "muerte".
 (1) “reconocer” significa  “volver a conocer” y también “agradecer”.  (2) Ciencia y Salud 260:15

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