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lunes, 7 de agosto de 2017

NO HAY QUE MATAR AL YO

Cierto que lo que dificulta la conciencia del Bien es la creencia de ser "yo".
Y por eso los anhelos de perfección metafísica incuban a veces deseos de acabar con el yo personal un pelín "trágicos".
El yo no es más la idea de Dios vista con el revés de los prismáticos, y creer que es diferente a la manifestación de Dios que es todo hombre verdadero.
Luchar contra el yo es como construir castillos en el aire o dibujar en la superficie cambiante del océano.
Para experimentar el Bien, lo Único y el Uno, hay que aceptar que ya somos lo que ambicionamos descubrir: la sustancia infinita, la Vida eterna, el Amor siempre presente.
Más que dolernos y quejarnos del yo, del error, de la mentira, de la materia, de la mente mortal...
Pensemos, reconozcamos y alegremos nuestro ahora con el Uno donde nos movemos, vivimos y tenemos enterrada como el más preciado tesoro nuestra verdadera e individual identidad.
No hay que matar el yo, sino entregarnos a la conciencia de la Vida.



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