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martes, 15 de agosto de 2017

PEZQUEÑINES... ¡NO! GRACIAS.


España es uno de los mayores consumidores de pescado.
Por esa razón y por otras erróneas políticas que no hacen al caso comentar, nuestros caladeros están hoy esquilmados.
He vivido junto al mar. Y he sido testigo de ese alocado saqueo. Como las jábegas y las traiñas arribaban al resbalaje con redes cada vez más adelgazadas y casi sin peces.
Recuerdo al viejo pescador que me repetía al hurgar en la escasa pesquera compuesta en su mayoría por diminutos alevines. “¡Esto es comida para hoy pero hambre para mañana!”
Por eso, ahora saludo con alegría  la tardía normativa de obligado cumplimiento que establece unas medidas mínimas para que un pez sea capturado.
Ayer mismo veía en la televisión un documental sobre el tema. Un marinero con una medida metálica en una mano y la captura en la otra comprobaba si era apto o debía ser devuelto a la mar. Y una voz en off lanzaba la consigna: “No consumas pez-queñines”.
Y así, en la imagen y en su slogan, descubrí una inspiradora analogía.
En realidad nos alimentamos de pensamientos. Ellos constituyen la esencia de lo que experimentamos. Si consumimos los que no dan la talla llegará el hambre y consiguientemente todas sus secuelas.
Por eso también debemos usar de una medida antes del almacenar en la bodega.
Y el patrón regulador tiene que ser espiritual. La talla permitida ha de ser la que le es propia al Espíritu.
A fin de aprovechar más y más, hemos de fabricar  nuestro medidor con un conocimiento más claro y amplio de lo que es Dios. No podemos limitar ese estudio. Listaremos el mayor número posible de cualidades divinas. Si el pensamiento no las reúne o es claramente lo contrario, el protocolo que se ha de seguir no admite excepciones. Todo lo que no sea “bueno”, infinito, alegre, vital… estimulador, pleno, abundante, perfecto… ha de ser echado fuera.
Porque es lo que pertenece a Dios, Su Palabra, lo que realmente alimenta al Hombre (Mateo 4:3-4). Las piedras convertidas en panes no será lo que nos haga crecer. “Son comida para hoy pero hambre para mañana”.
Ese discernimiento impedirá el paso a todo aquello que no tenga la “medida” de Dios. (CyS 392:27-30)
Y así llegará el día en que a semejanza de lo admitido en nuestra conciencia lleguemos a la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13 "hasta que todos lleguemos... a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo")

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