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lunes, 28 de agosto de 2017

USEMOS LOS ESPEJOS

"No veo a Dios. No lo siento. Soy un fracaso".
No te llevaré la contra.
Porque quien me hablaba era un "yo".
Del cual ni hay que envanecerse por sus logros ni tampoco deprimirse por sus derrotas.
En vez de eso asómate a cualquier espejo de tu casa.
Y aplícate la declaración del Cristo: "¡Tanto tiempo conmigo! Quien me ve, ve al Padre".
Descubre tu trigo (es el mejor modo de separar la cizaña).
Y reconoce que todo lo bueno, lo que  hace bien a los otros y a ti, es el Padre reflejándose.
Y conforme convirtamos en hábito el saber que no soy un yo, sino el Amor manifestándose, será cada vez mucho más natural y contínuo.

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