Subscribe:

sábado, 26 de agosto de 2017

TENGAMOS COMPASIÓN. NUNCA LÁSTIMA


El día me recibe con una "bienvenida" hipnótica. 

Los problemas parecen multiplicados. Amontonados ante mí con angustiosa urgencia. Convertidos en una roca enorme con la que se hace imposible ascender a lo alto.
Pero el relato evangélico me ilumina el escenario.
Ante Jesús una multitud hambrienta. Y él se llena de compasión. Pero no de "lástima". Porque hay una gran diferencia.
 Sentir "pena" es reconocer el problema. Añadirle entidad. Complicar más el tema.
 El compadecer del Maestro es la expresión de su unidad universal. Siente suyo lo de todos.
 Se sabe uno con el Padre y con todo su divino reflejo. La creación entera está abrazada en un único destino de infinita armonía.
 No existen problemas para algunos. Sólo la solución de todos. Hay que desterrar el singular. Porque no "soy", sino "somos". 

Este plural no contradice la unidad. En verdad, lo Uno es "universo" en su manifestación.
Jesús descubre una necesidad. Y sabe que eso es imposible en el reino de Dios.
No ve la fatiga, el hambre... como algo a soportar como auténticos.
Lo único que se necesita es despertar a la realidad: restablecerla en nuestra conciencia.
Cada desarmonía sentida como propia o ajena, es una llamada a entrar en la Casa del Padre.
 El Maestro no elude la hipnótica imagen de una muchedumbre cansada. Dar la espalda a la oscuridad no enciende ni un fósforo. Se precisa sustituir la ilusión de carencia con la realidad de la abundancia. Es lo que Jesús hace, hasta la exageración de canastas y canastas llenas de alimento sobrante.
 El hambre no es responsabilidad de los hambrientos, sino de los que conocen la Verdad. Y así con todo.
 Se trata de elevar la mirada. No quedarnos en la información de unos sentidos miopes y casi nada fiables.
Con frecuencia he tenido que volar de una ciudad a otra. A veces antes de despegar, parecía que las nubes negras cargadas de lluvia habían convertido el cielo en un opresor techo de tinieblas. Pero era bien falso. Cuando alcanzábamos la altura adecuada siempre comprobábamos que arriba todo era de un azul radiante.
 La oscura montaña de problemas la descubro ahora como un "negativo" fotográfico. Y con la luz del pensamiento elevado comienzo a revelar la gloria de Dios que toda situación encierra por muy alarmante o pesada que aparezca. Y entonces es cuando me doy cuenta que el viaje está acabando y ya estoy llegan

do a Casa.

0 comentarios: