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sábado, 12 de agosto de 2017

EL GRAN DESCUBRIMIENTO.

La luz que rasga y disuelve las tinieblas me regala el gran descubrimiento.
Ni soy el yo personal que he creído ser en esta existencia mortal. Ni la nada que lo que lo limita es real. Sólo sugestiones apoyadas en el vacío cambiante del tiempo.
Hasta ahora he estado recluido en un sueño del que comienzo a desperezarme.
Las condiciones de edad, debilidad, conciencia de lo imperfecto... solo son las vestiduras del que es nadie.
No soy alguien que a veces le habla o escucha a Dios. 
Sino Su Palabra, Su escucha y Su misma visión o idea.
Y lo confieso esta mañana con el temor de pronunciar pensamientos blasfemos.
Pero ¡No! Soy la manifestación de Dios. 
Su Presencia en este hoy donde inauguro cada día la eternidad.
Y en esa consciencia deseo caminar y camino agradecido.

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