Si se tiene
dificultad para ver sólo el Bien.
Si
lo natural es lo deficiente, lo imperfecto, los límites y las carencias.
El relato del ciego de nacimiento del cuarto evangelio, nos da una
clave.
Gozaré de la auténtica visión sólo cuando lave el lodo (el barro adámico) que ensucia mis
ojos.
El invidente es todo un símbolo de la humanidad mortal, imposible
de disfrutar de la Verdad.
Porque al asumir que nació se encadena al inevitable final de la
muerte.
Ya que todo lo que tiene un inicio también ha de terminar.
Y así percibiré la armoniosa y luminosa realidad en la medida que acepte
mi propia inmortalidad, y destierre así de mi territorio mental al oculto “padre de todos los miedos”.
1 comentarios:
Excelente somos ayer hoy y siempre...En un Eterno presente ;-)
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