Imposible disolver lo que no es.
Su imaginaria presencia sólo indica que en apariencia se ha interrumpido la consciencia del Bien, la única Realidad.
Nunca pretendamos contender con las ilusiones, sin antes empaparnos, hasta rebosar del sentir a Dios.
Y cuando hayamos llegado a saborear esa plenitud, habremos olvidado a la vez, todo lo que nunca fue ni es real.
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