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lunes, 23 de octubre de 2017

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS

Dices que nada bueno consigues aunque agradeces mucho a Dios. 
"Todos los días", me añades. 
Porque leíste que la oración de gratitud, era un instrumento muy poderoso.
Confieso que nada de eso me gusta. Ni esa letra ni su música.
La felicidad no es un moverse por los panes y los peces.
No se trata de encontrar la llave con que abrir la Casa del Padre y asaltar su tesoro.
Lo único que debe estar abierta es nuestra consciencia.
Para descubrir que ya estamos en el Bien infinito desde la eternidad.
Porque agradecer no es decir "gracias" hasta cansarnos, sino reconocer la Verdad...
Que tengo todo y nada necesito, que amo infinito, sin límites personales...
Y ese agradecer que es reconocer la eterna realidad, disolviendo oscuridades, revela nuestra armoniosa e infinita abundancia.
Y entonces sin proponerlo, un "gracias, gracias, gracias..." sí brota alegre desde lo más íntimo, como canto gozoso de libertad.

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