En
esta existencia cuando se despierta del sueño nocturno o de alguna otra
"cabezada" ocasional las imágenes soñadas persisten.
E incluso nos
dejan sensaciones de sufrimiento o placer.
Siempre según lo experimentado en
el estado de inconsciencia.
No
obstante, nadie se preocupa.
Todos reconocen que sólo son huellas del paso por la fantasía de la irrealidad.
Del modo parecido hay que reaccionar en un auténtico despertar aunque sea breve.
De esos que se producen al experimentar la consoladora
y vívida inmersión en la Verdad que es la oración.
Aunque
después persistan los síntomas del error tampoco debemos preocuparnos por ellos.
Ya que sólo son las sombras de lo que nunca ha sido.
Y que jamás podrán invalidar la
contundente verdad de lo percibido al acoger la Palabra.
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