A veces pensamos que nos movemos por acción propia.
Como si no fuera Dios el único Hacedor.
Él es el único responsable.
Y la causa universal.
Por eso es absurdo creer que una caída física o moral (que nunca podría ser fuera del Espíritu infinito y amoroso) o cualquier otro accidente o error, puede impedir un paso, el desarrollo continuo del Bien.Un caminar siempre imparable. Fruto del movimiento divino, de su única iniciativa.
Y puesto que sólo Dios actúa, y exclusivamente en la esfera del Bien, nunca se produjo, ni se producirá, mal alguno a lo largo de la auténtica Historia de lo real.
Y por consiguiente, tampoco ahora.
Así que toca despertar de la pesadilla.
Incluso aunque parecería estar en la misma agonía.
Porque lo que siempre está sucediendo es el Bien.
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