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viernes, 23 de diciembre de 2016

¿Qué hago esta Navidad?



Para un observador de fuera parecería que la humanidad ha perdido el norte. Caminando apresurados y sin rumbo. A oscuras. Como ciegos.
Hace falta luz.
Muchas tradiciones religiosas celebraban el 25 de Diciembre el nacimiento del Sol victorioso. El fin del reino de las tinieblas. Por esas fechas, en el hemisferio norte, la noche comienza a menguar y el sol adelanta cada día su despertar lo equivalente a la pisada de un gallo. Así decían los antiguos campesinos, agudos observadores del trajinar de la naturaleza.
Fue una buena ocurrencia trasladar a esa fecha  la llegada del Cristo en el niño Jesús. El Cristo siempre ha estado viniendo. Pero no está de más fijar en el tiempo un solemne aniversario de lo que acontece a diario para el que permanece despierto, hambreando la luz, consciente de que ella existe y que es su imperio el que nos descubre la Realidad del Todo.
Porque eso es el Cristo, la Verdad luminosa que viste de color y fiesta la gris -cuando no, negra, existencia de tantos humanos.
Ahora, las poblaciones rivalizan en iluminar con güilnardas de bombillas las calles por las que hemos de transitar. Pero esa explosión de luminotecnia no es más que un pálido e impotente intento de iluminar nuestras vidas.
La luz no está fuera. El Cristo está dentro de cada uno de nosotros. Es lo que nos descubre que el Reino, el Dorado de cada cual, no está fuera sino dentro de nosotros. Como dijo Jesús, el hombre consciente de su Cristo, de la Verdad divina. Hasta el punto de poder afirmar con toda certeza "Felipe, quien me ha visto a mí ha visto al Padre".
Con la luz del Cristo ¡cómo cambia la Navidad! Nos descubrimos rodeados, inmersos en el Amor. Al desaparecer la oscuridad que antes hemos intentado paliar con luminarias artificiales experimentamos la caricia del Padre-Madre en la mirada de los familiares, amigos y vecinos por los que asoma el mismo rostro de Dios.
Para encontrarle sentido a la vida, sosiego a nuestra inquietud no hace falta huir hacia adelante en frenético corretear consumista o nostálgico. Ya estamos -desde siempre- en el Cielo. Sólo hace falta darle posada al Cristo y dejarle crecer en nuestro corazón en esta Navidad.

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