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lunes, 9 de julio de 2018

UNO ES TODO LO QUE ES.

Nada ni nadie, ni el yo, aunque quisiera, me podría separar de Dios.  
Como la sombra jamás puede aislarse de aquello que la provoca.

Por tanto, todo lo que Le sucede a Dios me ocurre a mí.
Y lo que no Le afecte tampoco me afecta.
Sentir lo contrario sólo es ilusión.
Es con la imagen de Dios con lo que me he de identificar.
Su manifestación es lo que ha de ocupar la consciencia.
Eso es lo real.
La unidad indeleble y eterna es lo que constituye el único y perfecto Todo.

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