Me cuentas mil
contrariedades.
Sin provisión.
Cargada de deudas.
Intentando mal
vender tus “escasas propiedades” para saldar impagos.
Pero sin comprador
a la vista.
Y ante tu relato,
me pregunto:
¿Quién eres?
¿Un yo que yerra? ¿Un yo con culpas?
Eso es
identificarse con una ficción.
Y aferrarse a un
sueño que por tiempos siempre se convierte en pesadilla.
Para resolver de
Verdad hay que situarse en la Verdad.
Sólo es la imagen
de Dios, del Bien.
Es decir, todos y
cada uno, somos la manifestación de la Sustancia infinita.
No hay necesidad en
ti ni en mí ni en nadie.
Nada falta. Ni
economía suficiente, ni salud, compañía, inspiración, armonía, fe,
perseverancia,
confianza, escucha obediente,
fuerza...
¿Podríamos rebatir las
aparentes carencias desde donde sólo hay nada, ilusión, mentira,
enfermedad, pecado
y muerte?
¡Ese lugar no
existe!
Ni tampoco el
tiempo con sus ropajes de angustiosas urgencias.
Sólo es Dios
infinito y eterno. Absoluto Amor dándose sin condición alguna que lo
condicione.
Por eso hay que
establecerse en la Verdad.
Reconocer que no somos
quien yerra o padece.
Identificarnos con
nuestro auténtico ser y agradecer todo lo que es –el Bien siempre presente-
para que así se
manifieste.
Sin depositar
confianzas en soluciones materiales. Ni señalarle caminos a Dios.
Porque Él nunca tiene que
venir. Siempre está.
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martes, 26 de diciembre de 2017
ESTABLECERSE EN LA VERDAD
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