Aunque ya hace casi setenta años que nos dejó en plena juventud.
Se trata de la oración que repetía incansable, una y otra vez:
“¡Madre, (se refería a María de Nazaret) que te vea quien me mire!”.
Yo, ahora, modifico y amplio un tanto, el deseo de aquel ángel:
“Que todo aquel con que me encuentre hoy, conocido o desconocido, me vea y se vea, como el Padre-Madre nos ve”.
Y con ello me ejercito para alcanzar aquí la visión perfecta.
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