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martes, 26 de diciembre de 2017

EL MEJOR REGALO


Estamos en fechas obsequiosas. Cajas y más cajas de bellos envoltorios y coloridos lazos.
Un tiempo de recuerdos y de nostalgias.
En la pantalla de mi memoria aparece aquella mesita del living, adonde no llegaba ni de puntillas. Siempre cubierta de juguetes en la mañana de Reyes.  
(Entonces se regalaba sólo en Epifanía. Ahora el día de Navidad hace la competencia.)
Pero recuerdo como lo mejor el que mis padres se echaban al suelo y jugaban conmigo. Sin ellos, los juguetes no eran lo mismo, no eran tan divertidos.
Hoy quizás se regala más, y más días, porque los padres ya no jugamos tanto. Y ese vacío que casi nunca se reconoce, se intenta suplir con más y más objetos. Regalos pronto jubilados y con un destino. Llenar el cuarto de juegos de niños insaciables por insatisfechos.
Nos hemos olvidado, unos y otros, que el mejor regalo son los padres.
Eso mismo ocurre en otros ámbitos. Reclamamos de Dios cuerpos sanos, provisión abundante, relaciones felices, éxitos profesionales… Buscamos "los panes y los peces". A menudo andamos ocupados con esos deseos. Y cuando todo parece cumplirse, entonces descubrimos que continúa el hambre, que el hueco sigue sin llenarse.
Y es porque, la educación recibida también en ese orden nos desvía de lo importante y nos conduce a eso accesorio que sin el fundamento de lo sustancial pronto se vacía de sentido.
Buscamos a Dios para que nos proporcione o regale algo muy inferior a lo que puede dar.
Y así seguiremos debatiéndonos entre salud y enfermedad, carencias y prosperidad, amores o soledades, paz o desasosiego, hasta que no experimentemos que también aquí, el mejor regalo es nuestro Padre-Madre que se nos da siempre y gratis.

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