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lunes, 12 de diciembre de 2016

"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" Salmos 46:10.

Hablar sin haber oído es proferir sonidos huecos, intercambiar nada, aunque se pronuncien palabras sagradas que sólo transforman cuando se experimentan. Por eso hoy profundizo el silencio, "permanezco quieto" haciendo lo más importante: enmudecer la tormenta -siempre interior aunque parezca amenazar desde fuera. Y cerrarme a todos los ruidos que distraen. Y así escuchar y conocer con el Alma, lo único que Es e importa.                           
Pero la tormenta  es sólo la sombra de un olvido: 
Nuestra eterna y constante permanencia en el todopoderoso e infinito Amor.



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