En “Una
cuestión de tiempo” (2013) el padre del joven protagonista revela a su hijo en
el día de su 21 cumpleaños el extraño don de todos los hombres de la familia.
Regresar
en el tiempo, a una situación determinada.
Una y otra vez hasta convertirla en
correcta.
Pero más tarde le confía algo más importante para gozar de la vida.
Vivenciar una vez más cada día.
Pero en esa segunda ocasión atendiendo a todo
aquello que la preocupación o ansiedad le había hecho pasar por alto.
La tierna
historia de amor familiar que nos comparte Richard Curtis me trae a la memoria otro
don ya revelado a todos (1).
Vivir el día de hoy más que en el tiempo, en
el ahora eterno.
Siendo
consciente de que lo en realidad están sucediendo “son cosas maravillosas”.
Porque
en pura verdad se trata no de una cuestión de tiempo, sino de eternidad.
(1) Este es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Salmo 118:24
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