¿Qué hacer cuando me noto perdido, aletargada la alerta, el entorno revuelto y caído en apariencia?
¿Con el progreso no sólo detenido sino como en retroceso?
La mejor respuesta: regresar al abrigo descrito en el salmo 91.
Al refugio de puertas siempre abiertas para quien regresa al amparo del Amor.
Y aquí (porque el Uno nunca es “allí” y ni siquiera “ahí”), sentirme tiernamente acogido y nunca rechazado.
Y escuchar de nuevo al Padre “Todo lo mío es tuyo” ante el lamento del yo por descubrirse pobre de buenas obras.
Y ver con Sus ojos lo que en realidad está ocurriendo siempre.
1 comentarios:
Sê forte e corajoso e faze a obra; não temas, nem te desanimes, porque o SENHOR Deus, meu Deus, há de ser contigo; não te deixará, nem te desamparará, até que acabes todas as obras para o serviço da Casa do SENHOR.
(1 Crónicas 28:20)
Publicar un comentario