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miércoles, 19 de julio de 2017

EL OJO QUE SANA



Declarar la Verdad ayuda.
Pero poco.
Lo que en definitiva hace comprender o creer es probar lo afirmado.
Esa fue la pedagogía del Maestro. Su ayuda a los que suplicaban un aumento de fe.
Lo que sana, despierta, ilumina o  hace consciente de la única realidad, es la confianza radical en la Verdad del Ser.
Es decir, no dudar de la existencia de ese solo Poder Benéfico, que de forma común recibe el nombre de Dios,
Mientras persistan las vacilaciones respecto a que el Espíritu es Todo-en-todo, y nada más hay fuera de Él, el problema continuará con sus derivadas de dolores, angustias y carencias.
Muchos de los que acuden a la Ciencia Cristiana son muy cuidadosos en no usar medicamentos u otros recursos "humanos", pero sienten retrasada la solución a su desarmonía. Se extrañan y preguntan por la causa de la demora.
“Sólo me apoyo en la Ciencia Cristiana. Pero la curación no llega. Algo no funciona”.
Se puede renunciar a toda ayuda material, y mantener a la vez en nuestro pensamiento la contradictoria dualidad de dos poderes: el Bien y el mal.
Ese es el obstáculo: Mantener la fe en la materia, aunque se compagine con el Espíritu.
Mientras consideremos real la enfermedad o la limitación, la confianza absoluta en la Verdad del Ser es imposible. Y eso es lo que nos devuelve al Paraíso.
Por eso la declaración científica del ser comienza con una rotunda y exhaustiva  negación de lo material. (Ciencia y Salud 468:10) Retirar el crédito al testimonio de los sentidos físicos es condición indispensable para aceptar la roca que sostiene nuestra seguridad.
Y ¿qué puede ayudar para renunciar a esa cotidiana evidencia material y aceptar la Verdad no percibida sensorialmente al ser Ella espiritual? 
Jesús nos señala el camino con su respuesta a los enviados del Bautista: “Los ciegos ven, los cojos andan…” (Mateo 11:4, 5 y 6.)
La comprensión se constata cuando confiamos plenamente y sin fisuras en la Verdad. La ayuda, por tanto, no se basa en palabras, sino en el mostrar los frutos de la propia y radical aceptación de la Totalidad del Bien. (Ciencia y Salud 366:33 “Si quisiéramos sanar por el Espíritu…)
Porque una curación metafísica nunca queda restringida a sí misma, sino que produce otras muchas.
De ahí que el estudiante de la Ciencia Cristiana debe ser de un solo ojo (Mateo 6:22). No ver más que a Dios, el Bien, la autentica Verdad. Y no ir de esa visión luminosa a perderse en las oscuridades que produce el miedo o la no consciencia de la infinita, amorosa y exclusiva Presencia.
En este punto viene a la memoria el dicho del Maestro Eckhart:
"El ojo con el cual veo a Dios, es el mismo ojo con el cual me ve Dios a mí. Mi ojo y el ojo de Dios son un solo ojo, una sola visión, un solo conocer, un solo amor".(Maestro Eckhart. Sermón XII.
Porque es ver con la única Mente lo que nos hace sentir la feliz y eterna realidad.

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