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viernes, 1 de septiembre de 2017

NUESTRA ETERNA TAREA

El yo, ya sea considerado "bueno", "malo" o "regular" nada definitivo ni real puede hacer. Todo, bondad o pecado, sería ilusión y fantasía. 
Sería imposible crear un grano de arena. 
Y mucho menos hacer América. 
Pero sí fue posible descubrirla.
Nuestra misión no es crear el Bien que desde la eternidad es. 
Sino ser consciente de su única y universal presencia. 
Aquí y allí. Ahora y siempre. 
Parece tarea menor, pero en realidad es muy importante. 
Requiere no un poquito de cada uno, sino lo que somos por entero. 
A ejemplo de Jesús: "Nada hago por mí mismo, y hablo según me enseña el Padre" (Juan 8:28) y "... según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la del Padre" (Juan 5:30) 
Sólo Dios hace. Y su reflejo, el hombre, descubre y manifiesta. 
Y este desvelar el Bien infinito nos "hace capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y ésta es mi roca de salvación y la razón de mi existencia." (My 165:21-23). 
Esa es nuestra eterna tarea.

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