Sería imposible crear un grano de arena.
Y mucho menos hacer América.
Pero sí fue posible descubrirla.
Nuestra misión no es crear el Bien que desde la eternidad es.
Sino ser consciente de su única y universal presencia.
Aquí y allí. Ahora y siempre.
Parece tarea menor, pero en realidad es muy importante.
Requiere no un poquito de cada uno, sino lo que somos por entero.
A ejemplo de Jesús: "Nada hago por mí mismo, y hablo según me enseña el Padre" (Juan 8:28) y "... según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la del Padre" (Juan 5:30)
Sólo Dios hace. Y su reflejo, el hombre, descubre y manifiesta.
Y este desvelar el Bien infinito nos "hace capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y ésta es mi roca de salvación y la razón de mi existencia." (My 165:21-23).
Esa es nuestra eterna tarea.
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