Me dijiste: "Voy a mejorar mi yo".
Y pensé: Olvidarlo es mucho más práctico.
Porque sin duda alguna, lo más conveniente es aceptar lo que somos siempre.
Los hijos del Rey, perfectos, inocentes y nunca manchados.
Tal como nos ve la única Mente.
Toda otra visión borrosa nunca se corresponde con nuestra verdadera identidad.
Reconocernos como la imagen misma del Bien infinito (y reconocer significa también "agradecer").
Y si nos cuesta esto es que en nuestra travesía aún cargamos con un polizón.
El yo, personaje imaginario, al que no hay que mejorar sino ignorar de una vez.
domingo, 3 de septiembre de 2017
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