Cuando "despertamos" en la noche y sólo percibimos cerrada oscuridad, ni por asomo se nos ocurre pensar que eso es para siempre y que la luz de la mañana nunca llegará.
Sino que sabemos que la tierra está volviéndose al Sol, segundo a segundo, y cuando esté frente a él, cara a cara, todo aparecerá en su natural realidad.
Pensar lo contrario es locura. Y saber eso nos hace descansar.
Por eso descubro que cuando uno se encuentra en la oscuridad, es decir, con sentimientos de fracaso, como abandonado de todos y del Todo, decepcionado, frustrado, desesperado, derrotado, desilusionado respecto a que meta nos pueda llevar éste o aquel camino espiritual, lo único que puedo hacer no es esforzarme en "sentirme bien" como quizás digan los cercanos.
Es darme cuenta que eso es tan transitorio como la oscuridad más cerrada de la noche (precisamente la que está más cerca del amanecer) y que conforme me vaya volviendo a Dios aparecerá el día de la Gloria en su Armonía infinita.
Y ¿cómo giro hacia a Dios? ¿Cómo avanzo hacia Él?
Sólo estando convencido que el mal es un sueño pasajero e irreal aunque grite su evidencia.
Sabiendo que el Bien es eterno y real.
Y sólo con eso ya estoy dando los pasos necesarios para situarme en la luz que irradia el AMOR del UNO.
No hay que preocuparse porque no se pueda hacer más. Sólo eso es suficiente. Sólo se necesita esa convicción.
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