Subscribe:

jueves, 16 de febrero de 2017

NO JUZGUEMOS POR LAS APARIENCIAS.


Mi padre comenzó a trabajar en el banco el día que cumplía 16 años.
Ese aniversario aprendió algo muy importante.
-Don Tomás, hay un mendigo en el patio de operaciones. Y bajo el abrigo se le nota un bulto sospechoso.
El jefe le preguntó: -¿Es viernes? ¿Son las 6:30 de la tarde?
-Así es.
-Entonces no se preocupe. Es Don Eulogio. Todas las semanas viene a ingresar 5.000 pesetas  (una millonada para aquél 1916).
Y Don Tomás añadió: Rodríguez, no juzgue por las apariencias. Tiene que aprender a ver.
Tenía razón. La apariencia andrajosa de Don Eulogio, el bodeguero, no era el hombre. Ni tampoco había afectado al valor de sus bienes. Seguía siendo Don Eulogio, uno de los clientes "especiales".
Décadas más tarde mi padre me transmitió lo aprendido. La lección la usé unas veces sí y otras no.
Y muchísimo después esa enseñanza se me amplió hasta el infinito cuando me encontró la Ciencia Cristiana.
Y la he de tener en cuenta sin cesar. La paz me va en ello.
Me la recuerdo casi de continuo.
Todos somos las imágenes de Dios. Y por tanto, nunca reflejamos condición alguna por debajo de la perfección. Así, nadie sufre carencia de lo que es Dios.
No importa la apariencia, el cómo la mente mortal encuadre y vea.
Nada hay que mejorar.
Sólo dar crédito a nuestra Mente, la única, la que realmente conoce.
Nuestra misión no es cambiar la apariencia. Sino reconocer a través de ella la única realidad posible.
Mejorar los harapos sería inútil entretenimiento. Sin ningún sentido ni efecto, ya que todo lo que no es divino reflejo, sólo es ilusión. Engañoso espejismo. Nada más.
El Amor no está condicionado por el aspecto externo.  Por lo que no se puede traducir por lástima o preocupación.
El Amor sólo reconoce lo perfecto.
El Amor, a nadie considera diferente de Sí mismo. Porque no hay Dios y otros.
Sólo Mente infinita y su manifestación infinita.
Aunque la mente mortal lo disfrace de mendigo, de necesitado.

Por eso, no juzguemos por la apariencia, sino por lo que siempre somos: expresión del bien infinito.

0 comentarios: