Subscribe:

viernes, 17 de febrero de 2017

GRADUEMOS LA VISTA


Pronto me tocará renovar la licencia de conducir. Ese trámite incluye un examen de la vista. Dicho requisito es muy importante. Manejar un vehículo con una visión poco clara es un peligro tanto para el conductor y sus pasajeros como también para cualquiera que transite por la carretera.
Hay que evitar esos riesgos cuidando que nuestros ojos detecten lo que sucede y no imágenes confusas, contrarias a la realidad.
Caso de no superar la inspección óptica es preciso graduarse la vista.
Todo eso me ha hecho reflexionar esta mañana.
No ver la realidad creada por Dios, sino la proyección de una falsa mente mortal, es tan peligroso para uno y para los demás como el ponerse al volante con una visión borrosa que deforma el entorno.
Ningún organismo expide permisos para moverse por el mundo con acierto. Obviamente tampoco existen inspecciones calificadoras de nuestra aptitud para transitar con seguridad y en felicidad.
Pero eso no es excusa para que no nos ocupemos al respecto.
Siempre que nuestra conciencia capte cualquier desarmonía será índice de visión deficiente y por tanto, peligrosa.
No ver lo que Dios ve es aviso suficiente para pararse, y frotados los ojos dejarse llevar por lo que es la única Verdad: Que el Bien lo ocupa el universo entero.  “Porque Dios es Todo-en-todo” (Ciencia y Salud 468:12).
Cuando siento un dolor, escucho una mala noticia, sé de una catástrofe, acepto la existencia de cualquier mal o los acontecimientos me hacen temer… ya sé lo que he de hacer: graduarme la vista por encima de cualquier otra prioridad.
Debo aclarar mi visión antes de seguir caminando amenazado por fantasmas.
A veces oigo quejas lastimosas de que la metafísica no funciona. Y me aportan un listado de los fracasos que fortalecen su frustración.
Y yo me pregunto ¿Cómo se pretende ver “bueno” sólo en un punto y se obvia la  perfección de los demás?
Tan irreal ha de ser este diagnóstico de cáncer como la corrupción de ese político que no me es afín o la plaga que azota mi huerto. Todo lo que no aparece como bueno procede de la misma pesadilla.
Para mejorar mi práctica sanadora (o despertadora) mi punto de apoyo ha de ser la existencia de un solo poder y realidad: el Bien.
Hay que despertarse del todo y no sólo de la parte que me interesa. Intentar eso último es seguir soñando la pesadilla.
Y es muy peligroso ir adormilado por el mundo.


0 comentarios: