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miércoles, 31 de enero de 2018

DESPOJARSE DEL PERSONAJE

Me gusta el teatro.
Donde todos podemos jugar a ricos y pobres, sabios o ignorantes, reyes o mendigos o incluso mortales enemigos. Pero al caer el telón y despojados de los “personajes” somos muy otros. Y hasta pueden ser amigos entrañables los que parecían irreconciliables. Porque lo que de verdad nos enfrenta a desafíos, o nos limita el bien en esta existencia, son los “papeles” que el sueño de la mente mortal nos otorgó. Pero en la medida que descubrimos que no es real lo que transcurre en el escenario, todo puede comenzar a cambiar. Y cuando cansados de la farsa nos libramos del atrezzo de los yoes personales la Verdad se hace evidente. Sólo somos “la imagen y semejanza del Bien infinito”. Ella es nuestra auténtica identidad, siempre perfecta y armoniosa. Y ser consciente de la misma es lo que colma de plenitud. Por eso “estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Salmo 17:15).


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