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lunes, 29 de enero de 2018

UN PASO PRÁCTICO Y NO TEÓRICO.

El primer paso en un tratamiento metafísico es centrarse en la consideración del Bien infinito hasta el punto que su reconocimiento desmonte en consecuencia la creencia de algo más.
El efecto de esa comprensión es lo que “sana” o despierta a la realidad.
Es lo que fundamenta en la práctica aquella declaración en Juan 8:32:
“La Verdad os hará libre”.
Un mero admirarse de la bondad de Dios y de los sinónimos divinos no es suficiente. Puede ser solo ejercicio  teórico.
Hay que reducir la sutil e hipnótica creencia que sigue admitiendo la dualidad en la práctica cotidiana.
Si “sentirse inmensamente amado” no borra las apariencias de la materia en mí o en otros, es que "el yo" todavía no ha sido expulsado de la escena.
En el tameión, o “lugar secreto” sólo puede entrar la imagen de Dios.
En su puerta mediante el profundo silencio de la carga de ayer y de la ansiedad por el mañana, hay que despojarse de toda la mochila personal.
E incluso de la persona misma.
Hay que reconocerse no como alguien que llegará a la perfección.
Sino ya perfecto en este hora como el mismo Padre es perfecto.
La comprensión, semejante a la de Cristo, del ser científico y de la curación divina, incluye un Principio perfecto y una idea perfecta –Dios perfecto y hombre perfecto- como base del pensamiento y de la demostración.” CyS 259:13-17
Y sintiendo que Dios y el hombre, su imagen, son UNO, cualquier otra apariencia pertenecerá a la inexistente Nada.

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