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domingo, 21 de enero de 2018

EL ÚNICO CIMIENTO

Para construir el refugio de nuestra consciencia, el hogar armonioso donde habitar todas las horas del día se precisa ante todo un firme y sólido fundamento para que ni la lluvia torrencial ni los vientos huracanados puedan con ella (Mateo 7:24-27). Esa roca es la luminosa y permanente comprensión de la totalidad de Dios. Sólo es el Espíritu. Ni por un segundo somos materia ni ésta existe en la realidad. Sin este apoyo no debe sorprender que todo vacile, los tratamientos metafísicos se prolonguen y las curaciones se hagan esperar.
El desarrollo espiritual no lo pueden motivar las contrariedades.
Sólo el reconocimiento continuo de la exclusiva y única Verdad despierta del sueño.
¿Y cómo lograr perseverar en ello? ¡Lo hemos intentado tantas veces!
Y en nuestra ayuda llega el salmo 127. “Si Dios no construye la casa, en vano se cansan los albañiles…”.
Porque no es nuestra mano la que se esfuerza por aferrarse a “sólo Dios y nada más”.
Es Él Quien ya nos tiene abrazados  desde la eternidad.

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