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sábado, 3 de junio de 2017

CORREGIR LA VISTA



Juanito ya estaba cansado. Las letritas se le resistían. No conseguía distinguir las que en un panel retroiluminado le señalaba el puntero de Antonio el óptico.
Por fin, al aplicarle unas nuevas lentes, el niño exclamó con asombro: “¡Las letritas se han retintado! Ahora son muy brillantes y claras.”
Y Antonio le corrigió de inmediato riendo: “No Juanito. Las letras están como siempre. Es tu vista la que ha mejorado”.
Ya en casa pensé acerca de lo sucedido en mi presencia.
Descubrí que no nos diferenciábamos mucho de Juanito. Creemos fácilmente que nuestro entorno está desvaído, sin brillo y confuso. Pensamos estar en medio de oscuridades amenazantes. Vemos nuestro escenario decorado con demasía de problemas.
Pero no tenemos que retintar o alumbrar más donde nos movemos, vivimos y expresamos nuestro ser.
Todo está bien. Todo es armonioso, perfecto… y abundante en bien hasta lo infinito y lo eterno.
Nada hay que cambiar. Sólo nuestras lentes, nuestra visión.
Entonces nos maravillaremos como el niño, contemplándolo todo brillante y alegremente colorido.
No hace falta mejorar el mundo como los que intentaron construir su Babel y sólo consiguieron dispersión, confusión y separación. Es decir, división y no unión que es el estado de la realidad: TODO ABRAZADO POR EL AMOR.
No podemos enmendar el diagnóstico a la Mente que declaró que “todo era bueno” en el amanecer de la creación.
No nos es lícito blasfemar diciendo que hay debilidad, escasez,  enfermedad, muerte, división o soledad.
Sólo hay que mejorar la visión hasta llegar a la del Cristo.
Y para ello, Mary Baker Eddy nos copia la terapia:
"Dejemos que el altruismo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor –[que es] el reino de los cielos- reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan."(Ciencia y Salud 248:30

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