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martes, 6 de junio de 2017

¿VIVIR CON MIEDO?


Es radical contradicción. El mayor imposible.
Es permanecer en el sepulcro. Un no vivir.Y sólo el Amor hará rodar la roca que lo cierra. Eso es resucitar.
Porque el aliento de la Vida es el Amor. Y el miedo, la negación de su existencia omnipresente y todopoderosa.
La Sra. Eddy nos advierte "Si lográis eliminar el temor por completo, vuestro paciente queda sano" (
Ciencia y Salud 411:36-1).
Pero el miedo se ha convertido en la atmósfera de una mayoritaria existencia. Enmascarado a menudo de preocupaciones y luciendo sólo en ocasiones, un rostro de pánico sin disfraz.
La humanidad se arrastra por la existencia en agonizante procesión. A veces cree vencer retos, maquilla situaciones bajo una fe que todavía no llega a convicción y que sospecha apoyarse en compasivos autoengaños.
Y así el terror parece estar siempre ahí. Se metamorfea y se autorreproduce como una Hidra de Lerna que por una cabeza perdida regeneraba de inmediato otras dos.
Por eso, el saludo de Jesús (su intenso deseo de salud) fue siempre "No temas". El maestro de Nazaret urgía no preocuparse por nada y buscar como saludable alternativa el ser gobernado por Dios. Es decir, la absoluta y exclusiva aceptación del Amor. Ningún otro poder, ningún otro dios. El mandamiento fundamental.
Porque si el temor causa todos los males es por ser la radical negación de la divinidad. Sólo la ignorancia del Bien posibilita la absurda manifestación del mal. Temer es no conocer a Dios. Y lo contrario es vivir.(
Juan 17:3 Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al Cristo, a quien has enviado.
El miedo es el único enemigo. Sentirlo es una llamada a enfrentarlo. Quizás todavía no han aparecido las dificultades, pero ya se ha presentado su heraldo.
La preocupación nos indica que no somos conscientes de la única realidad donde se vive: el eterno Amor infinito.
La humanidad se ha de levantar en una cruzada contra el miedo para que amanezca la Verdad y descubramos que vivimos en la seguridad y abundancia del Amor. ¡Siempre!
Así, con toda razón, nacida de una amplia experiencia, concluirá la Sra. Eddy: "Si el Científico Cristiano atiende a su paciente por medio del Amor divino, la obra sanadora se realizará en una sola visita, y la enfermedad se desvanecerá en su estado original, la nada, como el rocío ante el sol de la mañana." (
Ciencia y Salud 365 16-20)  Es de salud pública el combatir el miedo en cualquiera de sus disfraces, aferrándonos al único hecho cierto: que el Amor es Todo y nunca deja de amar. Aceptemos sin discusión que el Amor nos está abrazando incluso cuando el pánico nos paraliza la respiración. El mayor objeto de la fe es reconocer que, lo veamos o no, el Amor está siempre actuando sin necesitar condición alguna para ello. Y sólo el Amor es Quien nos despierta a la Vida.

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