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lunes, 19 de junio de 2017

MI PIE NO VE, PERO CAMINA


Me llamaste angustiada.
Ya no siento la alegría de antes. Es como si las nubes hubieran eclipsado al sol. Sé me ha escapado el sentimiento con que percibía la seguridad y que todo estaba bien. Ahora ya no veo con claridad.
¿No sé que he hecho mal?”
Describiste una situación que me resulta familiar. A veces todo es luminoso y al rato el gris se enseñorea del paisaje.
Yo te contesté -y la respuesta me ayudó a comprender.
La visión de la Mente no cambia. Siempre ve todo perfecto, sin excepción”.
Y me replicaste casi como una protesta.
Pero es que yo necesito verlo y sentirlo.
Y entonces descubrí donde estaba el error.
¿Acaso mi pie me reclama ver primero la dirección que decidí tomar? ¡Nunca!
Y como no se siente separado acepta con normal naturalidad lo que los ojos ven, aunque por sí mismo nada perciba.
Acepta la alegría del corazón y anda cumpliendo con su función, sin más necesidades.”
La actitud equivocada que lleva a la depresión o al desánimo es pretender ser una mente con actividad autónoma.

Los sentidos físicos no pueden ver a Dios ni al hombre verdadero. Pero tenemos una Mente siempre alegre, en armoniosa e inmutable paz que contiene toda la Verdad. Y si dejamos a Ella el conocer, nos ocurrirá como el ciego que ha soltado en su Lazarillo la responsabilidad de su movimiento. Siempre llega a su destino sin tropiezo.

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